domingo, 24 de mayo de 2009
¿Qué es entonces la liberación para Martín-Baró?
UNA REFLEXION SOBRE EL METASENTIDO DE LA
PRAXIS CIENTÍFICA: LA PROPUESTA DE IGNACIO
MARTÍN-BARÓ DESDE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
Soto Martinez.
Estamos convencidos de que la utilización del término por Martín-Baró responde a una verbalización del sustantivo de la liberación. La consideración de la liberación como una acción, como un verbo, y no como un hecho. La psicología de la liberación debe considerar la liberación como una característica esencial en acción, muy distinto a lo que sería considerarla como una motivación exterior. Esta acción liberadora la encontramos manifestada en su obra de tres formas: primero, como
mencionamos, con una clara alusión a la teología de la liberación la cual hace una
reinterpretación de las Escrituras, que presentan a un Dios opresor o "Todopoderoso", hacia una religiosidad liberadora; en donde, el ser humano tiene la capacidad de construir su destino en contra de los sistemas sociales opresores que, en el contexto latinoamericano, se atribuían en muchas ocasiones a la voluntad de Dios. Esta religiosidad expresada explícitamente en su teoría, es algo que no representa ninguna contradicción para Martín-Baró. No existen razones
concluyentes de naturaleza gnoseológicas, aunque si existen de naturaleza social, cultural ideológica, política, etc., para que ciencia y religión estén separadas como han defendido algunas posturas del positivismo surgidas del empirismo (véase el análisis que hemos llevado a cabo en al primera parte). Incluso en el caso que aquí nos trae, como veremos más adelante, ambas posturas están inmersas en un proyecto común en el ámbito latinoamericano. ...
"los cambios producidos en la Iglesia Católica desde el Vaticano II han permitido que las masas, hasta entonces alienadas, tomaran conciencia sobre las potencialidades de su fe, se organizaran y desarrollaran una práctica sociopolítica como pueblo. (...)Históricamente, el papel fundamental desempeñado por la religión ha sido el de legitimizar el orden social establecido en nombre de Dios. Esa visión religiosa de la sociedad no sólo exigía como deber de conciencia que los fieles se sometieran totalmente a las autoridades establecidas, cualesquiera ellas fueran, sino que llevaban a justificar el empleo de la represión violenta contra quien se rebelase frente a ese orden y esas autoridades" (Martín-Baró, 1989n: 27).
"La importancia ideológica de la religión en América Latina es tan grande, su
impacto político es de tal magnitud, que resulta difícil comprender cómo es posible que no existan estudios psicosociales al respecto, y que casi ni se la mencione en los textos y manuales de psicología social más en uso. Probablemente con ello se esté
corroborando el poder ideológico de la religión, que no sólo se esconde y niega como
poder político, sino que hasta se escurre como objeto apropiado de estudio" (Martín-
Baró, 1987b: 237).
La segunda forma de liberación está muy relacionada con la anterior, la utilización de la psicología como herramienta para la liberación de las mayorías populares. Martín-Baró desde muy temprano toma conciencia del poder que tiene la psicología social como área de conocimiento para transformar la realidad social. En una línea próxima a Foucault, Habermas, la Escuela de Frankfurt y los teóricos críticos con el concepto de poder en la sociedad burguesa, las ideas de Martín-Baró surgen de los principios teóricos de la Educación Popular de Paulo Freire y la Sociología Crítica o militante del sociólogo colombiano Fals Borda, con las cuales toma contacto
desde muy joven cuando cursaba sus estudios de licenciatura en Colombia. Esta estancia en Colombia debió ser altamente enriquecedora para forjar su pensamiento crítico, ya que coincidió con la reunión del episcopado latinoamericano en 1968, donde nació el famoso documento de Consejo Episcopal Latinoamericano de Medellín que allanó el camino para el desarrollo de la teología de la liberación. En este documento, el apartado dedicado a la "educación liberadora" se inspiraba en las revolucionarias ideas de Paulo Freire. A partir de entonces, Martín-Baró comienza
a desarrollar, en un principio desde su licenciatura en filosofía y sus estudios de teología, lo que será una psicología crítica de sí misma, que intente ser consciente del poder que posee para construir la realidad desde las mismas formas de pensamiento, métodos y posturas ideológicas que se transmiten a los futuros psicólogos en las universidades, partiendo desde la contextualización real de las verdades afirmadas, hasta las repercusiones políticas de tales afirmaciones hechas por la psicología social. En este sentido, haciéndose eco de Freire (1987), Martín-Baró intenta hacer de la psicología una ciencia de la concientización que sirviera de instrumento liberador para, con el indiscutible compromiso con la justicia del científico con conciencia, transformar las condiciones de opresión a que estaban sometidas las mayorías populares latinoamericanas. Postura que tuvo una gran aceptación entre una serie de psicólogos latinoamericanos, de los cuales iremos hablando y citando como parte del mismo movimiento que aquí encabeza Martín-Baró, que también querían tener su versión latinoamericana del mayo del 68. Para todos la liberación era un objetivo prioritario. Pero a diferencia de que aquel espíritu reivindicativo y transformador de finales de los sesentas parece haberse extinguido en los países donde surgió, en Latinoamérica todavía hoy tiene una gran relevancia, como menciona Montero:
"Por liberación, en el contexto latinoamericano, entendemos la emancipación de
aquellos grupos sociales que sufren opresión y carencia, de aquellas mayorías populares (la palabra "mayoría" y la palabra "populares" se usan en el sentido poblacional, demográfico) marginados por los medios y modo de satisfacer dignamente las necesidades tanto básicas como complementarías, y para desarrollar sus
potencialidades para autodeterminarse" (Montero, 1998: 1124).
La última manifestación de la liberación la encontramos en las posturas teóricas de la psicología defendidas por Martín-Baró y su deseo de construir una psicología social emancipada de los EE.UU. El reclamo de hacer una psicología relevante que responda a la realidad a la quese debe (Martín-Baró 1972h, 1974b, 1976, 1982c, 1983a,1986d, 1987c, 1989f, etc.), hizo que Martín-Baró junto a una serie de psicólogos latinoamericanos (Montero, Dobles, Lira, Lane, Salazar, Azún, etc.), se dieran a la tarea de construir una psicología social latinoamericana que no fuera un reflejo o un satélite de teorías hechas en otros contextos como Norte América o Europa. Dentro de este esfuerzo Martín-Baró ocupó un puesto singular en la lucha por "liberar" a la psicología latinoamericana de los lastres que arrastraba en la teoría y en su acción al importar acríticamente modelos, especialmente estadounidenses, para su aplicación en contextos latinoamericanos que nada tienen que ver ni cultural, ni socialmente, y, sobre todo, tienen unas necesidades sociales muy distintas a aquellos.
"En nuestro medio latinoamericano el problema es, todavía, si cabe, más agudo,
ya que nuestra dependencia con respecto a los centros rectores de la producción del
conocimiento refuerza nuestra enajenación cultural y la falta de significación social de nuestro trabajo. Gran parte de la psicología social que se hace hoy en América Latina es una reproducción deficiente de la que se hace en Estados Unidos, sin que la ubicación espacial signifique en modo alguno un enraizamiento histórico. Y si los psicólogos latinoamericanos de la vieja escuela corrían el peligro de ser una especie de "alevines de psiquiatra", muchos psicólogos de la escuela actual corren el peligro de ser "semitecnólogos de laboratorio" (Martín-Baró, 1976: 12).
Diez años después continuaría insistiendo en la necesidad de la liberación de la
psicología, pero ya no como un problema de desarrollo propio sino como un problema derivado de la situación colonial a que han estado sometidos nuestros pueblos y siguen estando bajo las nuevas condiciones neocoloniales que impone el capitalismo avanzando.
"En mi opinión, la miseria de la Psicología latinoamericana hunde sus raíces en
una historia de dependencia colonial que no coincide con la historia de la colonia iberoamericana, sino con el neocolonialismo del «garrote y la zanahoria» que se nos ha impuesto desde hace un siglo. El «garrotazo cultural» que diariamente reciben nuestros pueblos con frecuencia encuentra en la Psicología un instrumento más entre otros para moldear las mentes y un valioso aliado para tranquilizar las conciencias al explicar las indudables ventajas de la zanahoria modernista y tecnológica" (Martín-Baró, 1986d: 287).
De esta manera encontramos en la obra de Martín-Baró un esfuerzo incansable por la
liberación de la psicología que, por un lado, haga frente a las críticas que desde los años sesenta afectaron a la psicología social, y la ciencia social en general, en su ya mencionada crisis y, por otro lado, acercara la psicología no sólo a los problemas reales sino a los problemas específicos de la realidad latinoamericana. Así, Martín-Baró pretende contrarrestar los efectos de la crisis mediante la liberación de la psicología alejándole de los lejanos centros de producción teórica y
acercándole a su realidad relevante. Postura que, como mencionan Páez et al. (1992), es una de las características que definen la psicología social latinoamericana.
..."podemos describir el estilo de las ciencias sociales latinoamericanas mediante los siguientes rasgos, que creemos se pueden generalizar a la Psicología Social: rechazo a la dependencia teórica, aunque se da una cierta aceptación de centros culturales secundarios (Francia y la URSS en un pasado reciente); un enfoque «periodístico y literario»; poco interés por lo metodológico (en el sentido estricto empírico); rechazo del empirismo, cuantitativismo, y positivismo" (Páez et al., 1992: 13).
En este sentido, en sus argumentaciones críticas hacia una opción latinoamericana, existe una clara oposición a los Estados Unidos que manifiesta una postura política siempre presente en su obra, ya que pensaba que estos consideraban a Centroamérica su patio trasero (Martín-Baró 1983a). Postura que también parecen defender los teólogos de la liberación al llegar a la conclusión, luego del análisis que hacen de la realidad latinoamericana, de que su vecino del norte está detrás de la injusticia social de América Latina (Ellacuría y Sobrino, 1994). Estados Unidos, por su cercanía y actitud imperialista, es el gran centro de poder que no tan sólo exporta pautas culturales, ideologías religiosas e interviene en las decisiones políticas de los gobiernos latinoamericanos, sino que define la justicia social y política exterior de acuerdo a sus propios intereses territoriales sin ninguna referencia a los problemas reales de los contextos sociales afectados. Recordar que todas las investigaciones "no oficiales" hechas de la masacre de la UCA, apuntan al gobierno de Estado Unidos como responsable subsidiario.
"Pero así como el gobierno de la Unidad Popular chilena fue abortado por los
dólares de Nixon y los tanques de Pinochet, los anhelos de justicia y libertad de los
pueblos latinoamericanos han hecho erupción por otros lugares. Al final de la década de los setenta, mientras las cadenas de la "seguridad nacional" maniataban a los pueblos del cono sur, empezaron a proliferar por toda el área centroamericana, movimientos de liberación popular que trataban de romper las cadenas de sus países. (...) Desde entonces, tanto el pueblo nicaragüense como el pueblo salvadoreño se encuentran en guerra, uno para preservar y continuar su revolución, el otro para iniciarla. Como cabía de esperar, el mismo brazo largo y violento que ayer financió la "desestabilización" de Allende, hoy mina y bloquea los puertos de Nicaragua o bombardea a los campesinos salvadoreños del Chinchontec y de Guazapa" (Martín-Baró, 1985j: 28).
Digamos que la postura política de Martín-Baró estaba claramente dirigida hacia una lucha contra el poder opresor. Por un lado, el poder científico contra el cual luchaba mediante una metodología que no tuviera necesariamente una base positivista, empirista o cuantitativa reduccionista y, por otro lado, era una lucha contra el gobierno y los que tuvieran algo de poder político, denunciando las injusticias sociales a las que estaba sometida el pueblo. De esta manera, el quehacer científico de Martín-Baró comprendía una doble amenaza para las instituciones formales. Por un lado, combatía el poder de las instituciones científicas al utilizar una metateoría que se fundamentaba en el valor axiomático de las necesidades sociales para garantizar la validez del conocimiento científico y, por otro lado, investigaba temas que constituían una amenaza para la "legitimidad" del gobierno salvadoreño, en ocasiones obtenida a base de la fuerza, la mentira o la corrupción electoral.
(...)”la concientización responde a la situación de injusticia promoviendo una conciencia crítica sobre las raíces, objetivas y subjetivas, de la enajenación social. Una simple conciencia sobre la realidad no supone por sí misma el cambio de la esa realidad; pero difícilmente se arremeterá con los cambios necesarios mientras todo un velo de justificaciones, racionalizaciones y mitos encubra los determinismos últimos de la situación en Centroamérica. (...) el proceso mismo de concientización supone un salirse de la mecánica reproductora de las relaciones dominación-sumisión” (Martín-Baró, 1985d: 12).
Este cuestionamiento del poder del Estado mediante la reflexión constante hacia la política pública, las bases sobre las que se apoya su poder político y las formas, oficiales o no, que utilizaban para mantenerse en el poder, son aspectos que propiciaron a su psicología social de Latinoamérica una clara tendencia hacia la psicología política. Contextualizando su radio de acción más allá del individuo, el grupo, el laboratorio, la universidad, etc., y teniendo conciencia de la complejidad y amplitud de los procesos de socialización que afectan a los individuos. Esta tendencia es otra de las características que ayudaron en Latinoamérica al renacer de una psicología social hija de la crisis, y que no arrastrase las grandes grietas de la psicología producida en los grandes centros académicos, Europa y Estados Unidos. Posiblemente, gracias a que los problemas derivados de la lucha por el poder, guerras civiles, revoluciones, golpes de Estado, dictadores, oligarquías, guerrilla, represión, violación de derechos humanos, etc. (cuestiones a las que Martín-Baró dedicó gran interés de su obra como veremos en el próximo capítulo), son problemas que afectan todos los niveles de la sociedad, para un científico social latinoamericano sería prácticamente imposible no ser consciente de ello porque a él también le afecta. Son consecuencias sociales que el psicólogo latinoamericano no debe perder de vista porque no sólo alteran las condiciones habituales de socialización, sino que tienen un efecto directo sobre las repercusiones de su trabajo, llegando incluso a jugarse el tipo como en el caso que aquí discutimos. Por el contrario, creemos que estas condiciones de trabajo hicieron posible la concientización de los psicólogos latinoamericanos sobre sus prácticas científicas, en las que el Estado, como principal patrono, se convierte en un elemento más a combatir dentro de la crisis de la psicología social como nos sugieren Correa et al. (1994) en una de estas posturas reflexivas latinoamericanas, muy cercana a lo que Martín-Baró llama "política de la psicología" que veremos más adelante.
... "la cacareada crisis de la Psicología Social es una crisis congénita que emerge de la naturaleza misma de su ubicación estructural en la interjección Estado-ciencia. La Psicología Social no puede satisfacer la demanda social de la dominación. Antes que lamentarse por la crisis no resuelta de la Psicología Social, la reconocemos como una fisura en los intentos de normalización. En este convencimiento, nos unimos a la voz contemporánea de la post-disciplinariedad que rehúsa su funcionalidad en los proyectos de dominación. (...) abordamos el tema de la Psicología Social aplicada y su tensión con el Estado para marcar la muerte y resurrección de la Psicología Social como dispositivo de saber-poder en sus causas contradictorias: como herramienta de dominación y vehículo de la subversión" (Correa et al., 1994: 33).
Esta postura, que podemos llamar «anti-Estado», la podemos encontrar en toda lo obra de Martín-Baró. En su proyecto vital de liberación de la psicología, existe como uno de varios propósitos la ruptura de los lazos que históricamente han unido la psicología al Estado para ser utilizada como instrumento normalizador. En el caso de El Salvador, este enfrentamiento al Estado corresponde también a un evidente enfrentamiento de clases. Actitud que viene avalada para Martín-Baró desde la teología de la liberación, la cual, como mencionamos más arriba, luego de Medellín tiene la ferviente misión de hacer una Iglesia de los pobres luchando por una mayor justicia social. Bajo esta óptica de enfrentamiento social, el enfoque marxista de la realidad se convierte, posiblemente, en el más adecuado para acercarse a las circunstancias sociales latinoamericanas y, aún más, en el caso de El Salvador, donde hay un pequeño grupo de oligarcas73 que someten a la inmensa mayoría de los pobres y trabajadores y son los dueños de casi todas las tierras del
país.
A pesar de la utilización de la argumentación marxista y de que su obra está plagada de terminología marxista, Martín-Baró nunca se declaró marxista, y ni quienes lo conocían de cerca pensaban que lo fuera.74 Esto no ha impedido que en ocasiones su obra sea considerada marxista (Argueta et. al., 1992) por su afinidad práctica en el análisis social y su naturaleza netamente católica como sugiere la interpretación latinoamericana de la doctrina cristiana (en defensa del oprimido). La denominación marxista también guarda afinidad con la finalidad de su obra, ya mantuvo, a lo largo de ésta, que, especialmente en El Salvador y extensible a toda América Latina, el propósito de la psicología social es una lucha liberadora y, por tanto, es una lucha de clases. De esta manera, no creemos que Martín-Baró llegase a "ser" o a "sentirse" marxista pero otra cosa muy distinta era su predisposición a la utilización el bagaje del marxismo para el análisis de la realidad social latinoamericana por las razones que hemos señalado.75 Hemos observado algunas de las acepciones y los usos que hace Martín-Baró del concepto liberación y nuestra postura contraria a la utilización de dicho término para definir de forma exclusiva su obra. Tenemos claro que es un concepto fundamental en su obra, pero a partir de ahora centramos nuestros esfuerzos en la búsqueda de otro concepto, igual o más significativo, dentro de su obra que nos sirva para ampliar la definición y referirnos a ella. Nuestra labor en esta segunda parte, pretende arrojar luz y ser novedosa en la medida en que examina aspectos pocos considerados de la obra Martín-Baró, y abordar ésta desde perspectivas distintas a las que hasta ahora han sido consideradas por estudiosos de su obra.
Desde la teoría del conocimiento, la epistemología y la psicología social de la ciencia, intentaremos describir el pensamiento de Martín- Baró pero no como fenómeno subjetivo, sino como una cuestión intersubjetiva, perdurable y contextualizada político-psicosocialmente que se manifiesta en las acciones, expresiones y escritos de este autor. Intentaremos dar continuidad a la obra de Martín-Baró en el sentido de proseguir la evolución de su obra, no ubicando la singularidad de su creación en un compromiso que, como han intentando otros autores (De la Corte, 1998, 2001; Blanco, 1994, 1998; Mangual Rodríguez, 1998), puede entenderse como una opción personal, y más aún cuando éste era sacerdote, sino que deseamos desarrollar su obra especialmente en su cualidad de construir una forma alternativa y compleja de entender la realidad. El compromiso, por contra, es un factor muy importante y bastante laureado de Martín-Baró76, pero nosotros consideramos que es una cuestión esencial, connatural, en su epistemología, irreducible a una derivación de una opción personal o una "revelación divina". El compromiso de Martín-Baró si es analizado solamente desde la perspectiva individual, reduce la complejidad de su postura a unos pocos aspectos de su condición de sacerdote y hombre comprometido que podríamos descubrir con una sencilla reflexión. Pensamos que sería una cuestión como ser hombre y ser social, esto es una cualidad humana que "es" por naturaleza e inseparable en su definición. No es una consecuencia, eso sería una reflexión cartesiana: "pienso luego existo". Por ello pensamos que el compromiso de nuestro autor es una condición sine qua non de su obra y un requisito para todo aquel que quiera proseguir su trabajo. En otras palabras, desde la opción personal, alguien que no sea solidario, que no tenga claro qué debe ser la justicia social y que no escoja la opción de los oprimidos, no puede ni comprender en su totalidad, ni desarrollar adecuadamente los postulados de Martín-Baró. Si éste no hubiese sido un psicólogo comprometido con su obra, sería otra cosa muy distinta y cercana a
la psicología tradicional. Su obra sería más palabras intrascendentes de esas que llenan las estanterías de las bibliotecas de las facultades de ciencias sociales. Sus escritos hubiesen sido palabras vacías porque, como veremos más adelante, la definición misma que hace de la psicología social implica la acción, la identificación personal e ideológica y el compromiso, aunque fuera conscientemente, del científico.
En el análisis de la obra de Martín-Baró, el compromiso no podemos entenderlo como una opción sino como una condición necesaria (esencial) y, a la vez, una consecuencia retroalimentada (feedback) por una forma de entender y vivir la realidad. Igualmente, queremos negar de antemano la limitación de interpretar su obra como si fuera "una mirada a la realidad desde aquí" o un punto de vista diferente como si constituyese un punto o una sola realidad. No queremos interpretar su mirada como la única o la correcta. Por el contrario, queremos hacernos eco y realzar en su obra el reconocimiento, a priori, que la realidad no es una sino muchas realidades diferentes. La realidad son muchas realidades "construidas" (Berger y Luckmann, 1966/1984; Schütz, 1993; Ibáñez, 1989, 1994a; Burr, 1985; Searle, 1995; etc.) y bajo esta óptica se entiende nuestro acercamiento a la realidad. De esta manera, encontramos una postura crítica a la tendencia homogenéizate, incentivada por la "globalización", a ver la realidad desde un sólo punto de vista (casi siempre el norteamericano), y cómo el poder
implícito de las teorías psicológicas nos conduce hacia ese modelo global de ser humano (el homo economicus).
Martín-Baró era consciente de la dirección de tal poder, por ello intenta ver y analizar los fenómenos desde abajo, desde las mayorías populares, desde el propio actor (escucha su voz, le otorga el valor que merece), desde el sentido común. Haciendo una psicología que tenga en cuenta el sentido común, Martín-Baró se aproxima a propuestas europeas como la psicología popular (véase Rodrigo, Rodríguez y Marrero, 1993) que pretende construir explicaciones psicológicas a partir del sujeto de la calle. O sea, consideran que ..."las creencias cotidianas están gobernadas por un vago conjunto de leyes y principios, en parte implícitos, acerca de las relaciones entre circunstancias externas, estados mentales y conducta" (Ibíd; 19) que se oponen a las concepciones rígidas de la psicología científica que busca leyes deterministas y principios para explicar la conducta. Esta psicología popular o del sentido común reconoce, por un lado, la relatividad en la construcción de la realidad y, por otro, la dificultad añadida de la explicación psicológica bajo la perspectiva de un orden de leyes de la conducta. Por ello, dejan un espacio en las explicaciones psicológicas al sentido común, lo cual representa un enfrentamiento con la psicología de corte positivista por reconocer el valor de lo subjetivo.
“La conciencia incluye, (...) las representaciones sociales y por tanto, todo aquel saber social y cotidiano que llamaremos “sentido común”, que es el ámbito privilegiado de la ideología. En la medida en que la psicología tome como su objeto específico los procesos de conciencia humana, deberá atender al saber de las personas sobre sí mismas en cuanto individuos y en cuanto miembros de una colectividad” (Martín-Baró,
1985d: 10).
En Martín-Baró también se observa el enfrentamiento positivista al reconocer el valor del sentido común y las mayorías populares intentado contrarrestar el poder de las explicaciones de la ciencia tradicional, del modelo único de realidad y la globalización. Intenta dar la vuelta a la estructura piramidal del conocimiento resaltando el valor de otros tipos de conocimiento que no alienen el conocimiento válido del que no es válido y mantenga una estructura que divida los que saben de los que no, o sea los sabios de los ignorantes, los poderosos de los débiles. El conocimiento debe ser un poder "transformador" no un poder para someter. De esta manera, tendremos en consideración el papel que juega el poder en las afirmaciones de Martín-Baró pero no como una fuerza que hay que quitar a unos para dársela a otros, sino como un elemento intrínseco al conocimiento que hay que tener siempre presente para utilizarlo como fuerza transformadora y no como fuerza opresora. (...) el proceso dialéctico que permite al individuo encontrarse y asumirse como persona, supone un cambio radical de las relaciones sociales, donde no haya opresores ni oprimidos, y ello tanto si de los que estamos hablando es de una psicoterapia como si de los que estamos hablando es de la educación escolar, del proceso de producción en una fábrica o del trabajo cotidiano en una institución de servicio” (Martín-Baró, 1985d: 6).
En la primera parte de este trabajo hemos observado como, por un lado, la ciencia,
expresada en paradigmas, modelos de ser humano y visiones de mundo basados en
descubrimientos científicos, y, por otro lado, la religión como institución humana de "Dios", expresada en interpretaciones dogmáticas de la Revelación, estructuras de poder y experiencias individuales, terminaron enfrentadas como dos sistemas de pensamiento independientes, e incluso hasta se llegó a pensar en que eran sistemas autónomos. Hemos visto como, la ciencia y la religión, dos instituciones fundamentales para formación del sujeto actual que, en teoría, buscan su felicidad por sus propios derroteros, han abierto un abismo tan profundo entre ambas que parece imposible atravesar. Uno tiene como misión la exaltación del espíritu humano sobre todas las cosas materiales, mientras que la otra tiene por misión la exaltación del conocimiento humano sobre las cosas materiales a modo de dominio, control y manipulación de esa otra realidad que está fuera de mi ser (o espíritu). De esta forma, la alienación del ser humano y las cosas se
estructura como dos realidades separadas (algo así como el yo y el otro expresado por Mead), pero en esta ocasión vista desde su espíritu y las cosas, como elementos distantes, en donde yano se observa lo exterior como creación de Dios, con la misma naturaleza divina que la del ser humano, sino que lo otro está separado del yo porque, entre otras cosas, el espíritu corresponde al ser humano mientras lo material es a la naturaleza. Lo espiritual se limitó al ámbito humano y con
el tiempo esta limitación se vio incrementada a lo individual, separando lo material hacia lo observable y lo palpable, hacia lo que es fuera del sujeto. Distinción que en ocasiones también es aplicada a otros seres humanos cuando quien observa solo ve un servidor, una masa, un voto, un número, etc., como si tuvieran una naturaleza distinta. Separación que no tiene razón de ser pero que algunos lo atribuyen al proceso de secularización de la ciencia, que trajo consigo una identificación cada vez mayor de la ciencia con la materia en detrimento de los componente espirituales, que alejaban la ciencia hacia divagaciones metafísicas o religiosas. Martín-Baró logra cruzar el abismo de ciencia-religión con lo cual supera el primer escollo de las separaciones del "ser" humano y encuentra, mediante la relectura crítica tanto de las Escrituras como de los postulados metafísicos de la ciencia, nexos de unión que contradicen la naturaleza del enfrentamiento. De esta manera, propone una nueva forma de relación Dios-ciencia alternativa a las tradicionales que tome en consideración religiosidad y espíritu como elementos especialmente relevantes en la definición del ser humano y su conducta. Construye un ser humano más complejo, aunque reconoce en la separación de la alienación un problema mayor al dilema ciencia-religión que limita el alcance de la complejidad.
Para analizar la alienación Fernández-Christlieb (2000), quien era considerado por Martín- Baró (1990l) como uno de los grandes artífices de la una auténtica teoría en psicología política latinoamericana, va más allá de la aparición de la ciencia moderna. Menciona que este proceso de separación comenzó en la primera Edad Media cuando la realidad del sujeto medieval comienza a volverse objetiva al proliferar la cantidad de objetos que constituyen dicha realidad. La "simple" realidad77, comienza a girar alrededor de dichos objetos tanto por la utilización para organizar la realidad como por la apropiación que podamos hacer de dichos objetos. La realidad
es percibida a través de los objetos, pero "para percibir se requiere la existencia de un objeto independiente y separado de alguien que lo percibe" (Ibíd; 8). Separación que es fundamentalpara el empirismo que ve la realidad apartándola de uno mismo para utilizarla como instrumento, algo que para Bacon es el objeto de la ciencia, o sea el control de la naturaleza. Proceso que,
para Fernández-Christlieb, tendrá como resultado, en el Siglo de las Luces, la "transmutación de un verbo en sustantivo" que aumenta aún más la separación con la aparición de términos como "percepción", procedente de percibir, o "sensación", procedente de sentir. Esta separación la veremos desarrollada en Descartes y en toda la ciencia que se desarrolló a posteriori, constituyendo un aumento en el significativo de la alienación.
En las páginas siguientes veremos como Martín-Baró resuelve el problema del objeto sujeto de conocimiento de la psicología social, e intenta combatir las dificultades derivadas de la alienación del ser humano para acceder al conocimiento y de la psicología social como productora de parte de ese conocimiento. Martín-Baró intenta combatir la sustantivación de la psicología social definiéndola con un verbo, "acción", con lo cual el proceso de producción del conocimiento será un proceso de "percibir" y "sentir" en lugar de un proceso de "percepción" y "sensación" del
conocimiento. El análisis entendido así es un vínculo que contrarresta la alienación aséptica y neutral de la ciencia moderna.
La postura que hemos mantenido en nuestro análisis pretende ser crítica con el
positivismo radical, con el enfrentamiento Dios-ciencia, con el modelo de ser humano derivado del pensamiento moderno (racional, individualista y "democrático"78), con el método científico, con la paradoja ciencias naturales-ciencias humanas, con la causalidad, con la linealidad histórica, con la relación saber-poder, con el dogmatismo epistemológico y eclesiástico, pero sobre todas estas cuestiones nos interesa especialmente en sentido de la ciencia en su acción y reflexión, ya que
creemos, tenemos fe y esperamos que así sea, que la ciencia es la más acertada acción del sujeto para el logro de su felicidad como humanidad. Con ello no nos referimos a acciones aisladas osubjetivas de felicidad sino a la de todos. Cuando hablamos de "todos" nos referimos a la totalidad de los individuos, no al beneficio de la mayoría estadística que tantas veces ha servido para ocultar intereses particulares tras del velo democrático79. La ciencia puede tener, y debiera ser
así, la trascendencia necesaria para definir su acción por el bien común. Pero para ello es necesario conocer dónde está el bien como estandarte. Hasta ahora, en el mejor de los casos, la acción científica se ha legitimando con los intereses de la mayoría, o sea el bien común definido en términos estadísticos o cuando no democráticos (la mitad más 1). La ciencia, y la psicología social en nuestro caso, carece de un metasentido que le indique, sin lugar a dudas, cuál es el bien de sus acciones. En esta parte intentaremos desvelar como Martín-Baró resuelve este
trascendental dilema de la ciencia actual.Una vez hayamos encontrado respuesta a los interrogantes que hemos planteado para esta segunda parte, finalizaremos con una última reflexión; ¿dónde podemos ubicar a Martín-Baró dentro del actual panorama de la psicología social? No resulta fácil dar respuesta a esta pregunta
debido a que nunca se identificó con un modelo o un enfoque teórico en particular. Sólo dejó explícito su constante crítica, postura política, compromiso con las mayorías populares e inclinación por un latinoamericanismo afín con los ideales de Bolívar (Salazar, 1994). Nuestra propuesta nos conducirá a cuestionarnos derivaciones de su obra que posiblemente Martín-Baró nunca imaginó como, por ejemplo, la relación que pueda existir entre ésta y las propuestas de
Einstein o entre la religiosidad "liberadora" y la religiosidad "cósmica", o cómo, a pesar que nuncase declaró abiertamente como construccionista, su obra encaja perfectamente con algunos de los puntos en esta forma de aproximadamente entender la realidad.
En el próximo capítulo haremos una rápida exposición de los contenidos de la obra de
Martín-Baró con el fin de ofrecer una pequeña idea de los temas que desarrolló en sus
publicaciones. Una vez tengamos claro por qué su obra no es común por los temas que
analiza y su singular forma de abordar la problemática social, pasaremos a analizar qué hay detrás de su peculiar visión de mundo, o sea, cuáles son las claves de su postura epistemológica. Pero este acercamiento no lo haremos desde la perspectiva individual o el valor social de sus acciones concretas, sino intentando extrapolar los contenidos epistemológicos, metafísicos y metateóricos de su obra para el desarrollo de una ciencia novedosa en su determinación y dirección. Buscaremos transmitir cómo su ciencia es una ciencia viva en la medida en que no es una ciencia estática sino que, aún consciente de sus limitaciones, intenta ser "un abre ojos" para, como dijo el profeta, "el que tenga ojos que vea".
Tres Horas con Mario
x Waldo Waldellis Semblanza de Mario Benedetti. Su compromiso con los desposeídos del mundo, su poesía para la Revolución, quedan para siempre en la memoria de los latinoamericanos
Su cuerpo diminuto, echado sobre la cama del hospital, y sus ojos torcidos mirándome, con gesto de incomodidad; la sonrisa, como de sorpresa; el gesto, con un remilgo de alguien jodido, pero con tiempo para atender aun visitante anónimo. Así fue como me encontré a Mario Benedetti, en una habitación del Doce de Octubre al abrir la puerta Luz, su compañera, que de manera tan amable y cómplice dio inicio a tres horas de lujosa y poco convencional conversación. “Bueno Mario, te dejo en compañía de este joven, mientras voy a hablar con tu médico”.
“Tu eres el amigo de Jacinta, el chileno…coge una silla anda, siéntate a mi lado, que poco puedo moverme”. Nada más sentarme al lado de su cama, cogió un bote de su mesilla, de esos para la orina, y moviéndolo como quien mueve un cascabel, jugando, me dice “mira, por esto estoy aquí”; en su interior estaba la piedra que le habían sacado de la vesícula, se la había pedido al cirujano para tenerla de recuerdo
Así fue, Luz, quien moriría de Alzheimer en abril de 2006, me dejó a solas con uno de los más grandes poetas en lengua castellana, a solas con el hombre de cuyas lecturas bebieron y se hincharon el pecho en el fragor de muchos combates miles de revolucionarios latinoamericanos, digamos, que fue, es y será el escritor de cabecera de dos generaciones de comunistas, junto a Omar Cabezas, Roque Dalton, Eduardo Galeano, Ciro Alegría, Manuel Escorza, entre otros que pusieron literatura a las descargas de fusil.
Los estudiantes chilenos, que son el testimonio más cercano que tengo, guardaban en sus morrales, muy en el fondo, el Inventario, y releyéndolo hasta ajar las páginas, se dirigían a recibir los palos de la policía de Pinochet, digamos, como quien lee las últimas páginas de una biblia profana y rojiza antes de ir a morir, como exhalación, como medio de salvación, como una dosis extraordinaria de valor, de inspiración. .. “la poesía es un arma cargada de futuro”, cantó el vasco Gabriel Zelaia.
Muchas son las anécdotas de aquel encuentro; me contó los detalles más increíbles del rodaje de El lado oscuro del corazón, donde brevemente interpretó a un marinero alemán comiéndole la oreja a una prostituta argentina, siempre en la teutona e ininteligible lengua; sus preferencias literarias… no le gustaba ni Neruda ni De Rokha, pero confesó ser admirador de Miguel Droguett, para mi sorpresa. De su infancia en Paso de los Toros y Tacuarembó, de su asombroso nombre completo: Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia, de sus múltiples canazos , de los exilios, y claro, de su tremenda poesía.
Infatigable cronista, desde joven trabaja en multitud de publicaciones, dirigiendo, creando, peleando contra los discursos dictatoriales; su relación siempre amorosa con la Cuba revolucionaria, le lleva a dirigir la Casa de las Américas. La isla, también acogería uno de sus exilios.
En Uruguay, siempre al lado de los Tupamaros, adhiere al Frente Amplio de 1971 representando al Movimiento de Independientes 26 de Marzo, hasta que, tras el golpe de estado de 1973, debe marchar hacia Buenos Aires.
Benedetti pasó por Lima, Buenos Aires, Madrid, Palma de Mallorca, Cuba, México en un exilio que parecía interminable; pero, afortunadamente, interminable es su legado literario, sus poemas, inteligentes, descarnados, pero también humorísticos, irónicos y desmedidamente humanos, retratan la profundidad de los procesos, las relaciones, en un mosaico que reflejan las entrañas de nuestra América negra, indígena y popular. Sus poemas amorosos, quedan en la memoria de los amantes que lucharon juntos, que sufrieron y tuvieron sueños reales de libertad.
Te quiero
Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro
tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero
y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola
te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.Táctica y Estrategia
Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
Poemas de incalculable nostalgia, sobre la vida del que tiene una impronta, un desapego a los convencionalismos, y explica de manera certera el devenir de la existencia.
Pasatiempo
Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía
luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era océano
la muerte solamente
una palabra
ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros
ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.Hagamos un trato
Compañera
usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo
si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo
pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.Nuevo canal interoceánico
Te propongo construir
un nuevo canal
sin esclusas
ni excusas que comunique por fin
tu mirada
atlántica
con mi natural
pacífico.
Las torturas, desapariciones, los regímenes de terror en la Latinoamérica de los uniformes fue materia fundamental para su poética; poemas largos, fluviales, que remeciendo conciencias fueron abarcando el imaginario popular del continente; fueron pasto y savia nueva para generaciones de combatientes.
El jubilado
El torturador
ya retirado
se sienta frente al mar
en los atardeceres.
la gaviota planea
y a él le molesta un poco
una libertad
tan arbitraria.
hay dos o tres barcos
que ocupan todo
el horizonte
quiere decir adiós
a esos que parten
pero de pronto
no sabe bien por qué
su mano
es
un muñón.Allende
Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla,
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques,
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama,
porque el hombre de la paz era una fortaleza
Para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia,
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar mas para seguir matando,
para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza,
Para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa,
una armada, una hueste, una brigada,
tuvieron que creer que era otro ejercito,
pero el hombre de la paz era tan solo un pueblo
y tenia en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios mas tanques mas rencores
mas bombas mas aviones mas oprobios
porque el hombre de la paz era una fortaleza
Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla,
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse siempre a la muerte
matar y matar mas para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad,
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo.
Poemas humorísticos, llenos de sarcasmo, inteligencia, y las combinaciones más realismomágicas dotaron a los “Refranívocos/signitos” de Benedetti de un peso notable en la poética-política de los 80´ en Latinoamérica:
Compensaciones
Ojo por ojo
Lente por lenteFacilidades
A enemigo que huye
Puente de lataResistencia
No hay peor gordo
Que el que no quiere huirTardía
La madurez
llega
con su relámpago
de sabiduría
cuando uno
ya no tiene
donde caerse sabio.Madrigal en cassette
Ahora que apretaste
la tecla Play
me atreveré a decirte
lo que nunca
osaría proponerte
cara a cara.
Que oprimas de una vez
la tecla Stop.Once
Ningún padre de la iglesia
ha sabido explicar
por qué no existe
un mandamiento once
que ordene a la mujer
no codiciar al hombre
de su prójima.Compañias
Dime
con quién
andas
y te diré
go homeIntensidad
Quien
pecho
abarca
loco
aprieta¿Nunca Mas?
Ya era tarde
cuando el cuervo
de Poe
tomó conciencia
de que no era
principista
sino
tozudo
Así pues, la literatura y la poesía revolucionaria, esa que carece de adornos pero que dice verdades como puños, se queda sin uno de sus mayores cultores. Sus novelas, ensayos, guiones teatrales, canciones y poética son el legado para las futuras generaciones de luchadores. Se marcha una de las grandes figuras de las luchas latinoamericanas, hasta siempre Don Mario!
domingo, 10 de mayo de 2009
Psicología de la Liberación,Psicología para La liberación,Psicología Política Latinoamericana
Durante el año pasado en el grupo de Psicología de la liberación Uruguay se desarrolló un debate en el cual algunos sus integrantes intercambiaron posiciones y opiniones acerca de que saberes se hacen necesarios para los psicólogos que adhieren a un enfoque de la Psicología de la Liberación a la hora de realizar sus tarea y comprender las problemáticas que afectan a sus comunidades, deviniendo el diálogo al papel que tendría una Psicología Política Latinoamericana en
relación a ellos. Reflexiones y enfoques desde un debate del grupo de Psicología de la Liberación de Uruguay
Autores: Grupo de Psicología de la Liberación Uruguay Voces que se expresan en el debate- Alfredo (Perú), Eduardo, Fernanda,Sirpo psicoliberuruguay@googlegroups.com
30/10/2008- Fernanda
A raíz de los intercambios mantenidos con el grupo, en el cual hablábamos de nuestra ignorancia acerca de factores económicos que intervienen en situaciones que denunciamos, nos duelen y queremos transformar, me gustaría compartir algunas dudas que me ha surgido a partir de esto. ¿Para dar nuestra visión desde la Psicología de la liberación debemos tener una formación que contemple y considere saberes políticos, económicos, demográficos etc. o nuestro aporte pasa por trabajar y sumar a otras miradas una perspectiva psicológica? ¿La formación de psicólogo de la liberación tendría que ser igual a la de otras líneas? ¿Nos basta solo con elementos psicológicos para pensar realidades tan complejas? ¿Tendríamos que tener algunas nociones de otras disciplinas aunque no seamos a otros? ¿Para establecer diálogo con otras disciplinas que configuran líneas de abordaje de estas realidades no deberíamos tener ciertas nociones claras? ¿Pasa lo anterior por un trayecto personal o es algo a tener en cuenta en una currícula de la Psicología de la Liberación?
31/10/2008 -Eduardo
Sabes Fernanda, creo que de base este grupo es mucho más que de psicólogos y psicólogas y lo es, por que entre otra cosas implica una actitud, una posición frente al mundo o los mundos y sus necesarias transformaciones, que no implican únicamente el saber psicológico. Seguro debemos saber todo lo que podamos, pero ante todo saber articular saberes con otros compañeros y compañeras que tienen y aportan otros saberes (valga la redundancia...¡¡¡ valga!!!)
Trabajar desde la interdisciplinar y desde la intersectorialidad, aprender y enseñar en un movimiento continuo dialéctico (o ¿analéctico?), dialogar con experiencias diversas para entre todos y todas pensar, sentir, hacer. Evidentemente no podemos saber todo de todo y no hay que hacerlo. Si tener la sensibilidad para comprender la complejidad no como lo
complicado, sino como ese articulado y anudado conjunto de construcciones que construyen los "objetos". Investigar con los otros y no para los otros, escuchar desde la humildad y la constante búsqueda de la cooperación. Promover “enseñajes” (“Nadie educa a nadie, nadie se educa solo” decía Don Paulo Freire). En fin, como para seguir en diálogo. Que significa suscribir esta idea de Psicología de la Liberación, pensar que es posible y necesaria una Psicología Política Latinoamericana, que se nutre de múltiples saberes, académicos y no académicos y que todos toditos tenemos algo para decir. Una Psicología Política Latinoamericana, una PPL, para empezar a poner siglas que identifican, que desde la memoria y la identidad, desde la desnaturalización y la desideologización, desde la concientización y las posibilidades de la investigación acción participativa, desde la educación popular, desde las psicologías de nuestro continente (tomada esta idea de psicologías en su amplio sentido), desde la integración y articulación de saberes, experiencias e interrogantes, podamos caminar hacia utopías posibles y necesarias.
Aquí, en este espacio, en este grupo caben y son necesarios el psicólogo, el budista, el trabajador, el economista, el abogado, el artista, el cura, el artesano, la filósofa, la lingüista, la vecina .....Bueno, caben todos y todas los las que tengan
ganas de decir y hacer por otros caminos para seguir caminando. No sé si me acerque a una contestación a tus preguntas pero al menos me sentí bien de poner estas ideas para compartir…
1/11/2008 Fernanda
…Eduardo.Si estoy de acuerdo contigo que este grupo y la Psicología de la Liberación y ahora la PPL (Psicología Política Latinoamericana) -para ir acostumbrándome a la sigla- es más que psicólogos realizando una tarea. Quizás me haya agarrado la psicologización, aunque siempre insisto que esto es más que gente de la psicología. Pero nosotros dentro de ese movimiento que incluye a la psicología, desde el aporte que hacemos desde nuestra disciplina al momento
de trabajar con otros me pregunto: ¿No es necesario que manejemos ciertos saberes que en nuestra formación más tradicional no están presentes? Aspectos políticos, económicos, demográficos etc a veces se vuelven de difícil entendimiento para algunos de nosotros y al momento de acercarnos a ellos hay todo un lenguaje a aprender y aprehender, por eso te decía que a mi entender la Psicología de la Liberación en la formación curricular si la hubiera en
algún momento debería incluir esos elementos, no sé, quizás están presente en la currícula donde ya se imparta.
Desconozco eso, hablo de las carencias que puede sentir un psicólogo con una formación tradicional al tomar contacto con problemática que desbordan lo psicológico, estoy de acuerdo del trabajo con los otros y que no necesitamos entenderlo todo, aunque sí creo que una base más amplia en relación a estas temáticas se hace necesaria para poder intercambiar con las otras disciplinas.
En cuanto a esta Psicología Política que me intriga, te pregunto, ¿Donde hace hincapié? ¿Cómo se vincula con esos otros saberes que abordan temas tan complejos como nuestra realidad latinoamericana? ¿Qué caracteriza a una Psicología Política? ¿Se incluye dentro de la Psicología de la Liberación? ¿En que se diferenciaría de ella? ¿Cuál es el punto de articulación en que la Política y la Psicología toman contacto? …
2/11/2008 Alfredo
¡De nuevo al ruedo con otro debate apasionante! La necesidad de indisciplinar la disciplina como sugiere Gabriel Kaplun en su artículo "Indisciplinar la universidad" (1) es clave para la formación de profesionales capaces de sumergirse en la complejidad. Pero creo que lo bello es la diversidad con que se forja una actitud hacia la vida como diría Eduardo, de diálogo con diversas realidades por una emancipación donde todos entremos (pero no los que beben sangre de pueblos
enteros como el caso de los gobernantes y "decididores políticos" que hemos tenido en Latinoamérica). No tanto porque nos da las herramientas con las que tendremos la clave del éxito, sino para poder establecer y profundizar relaciones con el mundo real que no está compartimentado. Pero el problema más serio de la complejidad es el problema de la
identidad y la borrosidad de los límites. Creo que esto es lo más importante de lo que señalas Fernanda.
Creo hoy por hoy todos hablamos de lo fantástico de la interdisciplinaridad y la necesidad de un pensamiento transdisciplinario, que es más que un conocimiento certero una aventura del pensamiento de penetrar en el movimiento de lo real sin obviar su movimiento igualmente real, refleja una actitud ante el encuentro. Modestamente creo que las interdisciplinas son realidades noológicas en construcción que necesitan del simultáneo esclarecimiento de los objetos de estudio específicos. Ojo, no como demarcaciones de un trozo de cosa sino como creación ontológica que posee una cualidad diferenciada que se presenta en las formas de conocimiento o saber. Si no
¿Por qué hablaríamos de disciplinas? No tendría ningún sentido, más que como invenciones que descuartizan la realidad, y no invenciones que pueden participar de su organización.Por eso no caer en el "Vale todo" me parece importante. ¿Cuál es la cualidad propia del psiquismo humano que nos aboca a los psicólogos? ¿En qué realidad está inscrita para ver los referentes con los que dialogan sean antropológicos, sociológicos, biológicos, etc.?
Personalmente considero la necesidad de tener una teoría de la subjetividad, léase psiquismo humano, posicionada en una comprensión ontológica que permita diferenciarla, a la vez que volver sus fronteras difusas por el reconocimiento de los otros ámbitos de la realidad que la hacen posible.
Es un ida y vuelta. Y pienso que lo más descuidado para la psicología ha sido su especificidad ontológica y por eso nos
hemos visto recontra conflictuados por qué hace a la psicología ser psicología. Esto me parece muchas veces heredado del movimiento posestructuralista (sobre todo francés) que tanto énfasis ha hecho en la pluralidad descuidando los conceptos de génesis y organización. Claros representantes son Deleuze y Guattari. Se ha confundido la génesis con factores o planos que participan aleatoriamente para la producción de realidades, no hay precisión en la cualidad, sino un retorno asolapado a la cantidad, o a la falta de identidad que articula organiza. Sé que esto abrirá más debates por eso prefiero no intentar cerrar el punto sino abrir otro.
Me remito por ello a pensar la misma pregunta que elabora Fernanda pero desde varias aristas, no para cambiarla sino para darle matices: ¿Cuál es la identidad de la psicología? ¿Cuál es la formación cualitativamente diferenciada de la realidad que dialoga con las otras? ¿Cuáles son relaciones de dependencia y autonomía con respecto a las otras realidades? ¿Cómo las demás disciplinas participan del accionar del psicólogo? ¿Qué interdisciplinar vemos cruciales
para la formación del psicólogo y por qué? Por último y por la intervención de Eduardo, qué diferencia hay entre:
1. Psicología de la Política de la Liberación
2. Psicología de la Política para la Liberación
3. Psicología para la Liberación
4. Psicología de la liberación
5. Psicología Política de la Liberación
6. Psicología Política para la Liberación
7. Psicología Política Latinoamericana
Sólo algo que me parece sugerente sobre este debate. La Psicología de la Liberación era para Martín- Baró un proyecto político para la psicología, o sea más una psicología “para” la liberación. Me parece una psicología militante, y creo que una psicología Política puede ser otra cosa, no sé. En todo caso la cosa esta riquísima, porque esta un debate crucial para el grupo ¿Una construcción programática para la psicología? ¿Una construcción estratégica? ¿Una apuesta
ética y estética? Debate importante para el grupo en el que nos autodenominanos de la liberación.
2/11/2008 Fernanda
Alfredo ,Me alegro que estemos dudando, que las cosas no aparezcan demasiado claras, y que la Psicología de la Liberación, Para la Liberación o la Psicología Política, nos planteen dudas, nos movilice a pensar y debatir. Porque se nota el compromiso de seguir produciendo, se notan las ganas de pensar y hacer, y parece que desde el nombre que sea
estamos haciendo liberación, en el momento que nos movemos y nos arriesgamos a navegar en la incertidumbre es que al menos dejamos atrás certezas que pueden dar seguridad pero que también oprimen y paralizan.
Desde ahora en lo que sigue de mi desarrollo voy a hablar desde las interrogantes que me surgen, más que desde los puntos que tengo en claro. Algo que creo que puede llegar a trascender cualquier nombre es nuestra necesidad de desandar naturalizaciones, denunciar y tratar de desbaratar relaciones de dominación, de movilizar junto a otras conciencias colectivas. De deconstruir, para construir otros mundos. Ahora bien ¿Para que plantear un nuevo nombre?
eso no los responderá nuestro estimado moderador, Eduardo. Creo que algunos compromisos y apuestas van más allá denominaciones pero también creo que cuando introducimos un nuevo nombre es que algo de lo diferente se cuela. Me gustaría saber qué es eso diferente, cuando me pongo a pensar en una Psicóloga Política me parece que haría hincapié en los aspectos psicológico y sociales que producen toda la dinámica política a la misma vez de como nuestras
condiciones concretas de existencia, nuestras instituciones, nuestra vida cotidiana se ve afectada y configurada por los regímenes, situaciones, devenires políticos de nuestros pueblos. En un proceso de retroalimentación en que lo producimos y somos producidos por ellos. Claro, está es la idea que yo me hago la cual puede distar de lo que Eduardo plantea.
A mi entender tendría que incluirse en lo que es la Psicología de la Liberación, me parece que la liberación pasa por muchas líneas mas allá de la políticas de la cual tenemos que tener noticias y tomar contacto con ellas para generar movimientos de cambio. Entonces ahí aunque el énfasis este puesto por elección en los elementos políticos se articularia con otros saberes que considero necesarios. Realmente me parece que los procesos políticos que hacen a la subjetividad de las personas y a la misma vez los procesos psicológicos que hacen a la realidad política son un campo de problemática poco explorado y digno de poner la mirada ahí, sobre todo en Latinoamérica en donde procesos y eventos de lo político han marcado y en parte diagramado nuestro presente. Claro está nunca habría que olvidarse de otras disciplinas y saberes que también hacen a esa realidad tan compleja, y ahí es donde creo necesaria la transdisciplinariedad, atravesando el objeto y dando una visión nueva de él, aunque esto a veces cuesta tanto y como mucho terminamos haciendo interdisciplina. Pero para transdisciplinar es necesario un bagaje en que se compartan algunas nociones por mínimas que están fueran para poder entablar dialogo, Morín creo que hablaba de la necesidad de un mayor vinculo entre las ciencias humanas....quizás habría que considerarlo. Y Alfredo tienes razón, el tema de la borrosidad y la falta de límites en estos emprendimientos complejos está presente, hasta donde puedo llegar desde mi disciplina, hasta donde no me empiezo a mover en otros saberes anulándolos e imponiendo mi perspectiva, es toda una tarea integrarse sin reducir sino ampliar, sumar. Creo yo que la subjetividad está configurada por mucho niveles, propios de todas las variables que están presentes y tomamos contacto a lo largo de nuestro procesos de configuración y me parece que lo político también hace a este proceso por tanto una teoría que hable y piense los procesos de subjetivación desde ahí me parece bien interesante, sobre todo porque continuaría en la línea de prestar atención a procesos colectivos, y en un enfoque psicosocial alejándonos de una concepción de la existencia intrapsiquismo desvinculado de toda una realidad que nos contiene y de la cual formamos parte.
Comparto también la necesidad de mantener las disciplinas sino cual sería el sentido de que fuera una Psicología de la Liberación o una Psicología Política, la Psicología se recorta ahí de otros saberes, para algo se diferencia, pienso que las fronteras son necesarias y necesario es que sean porosas para poder realizar intercambios que nos permitan construcciones mas aproximadas a dar cuenta de nuestras problemáticas.
Me parece liberador que nos estemos preguntando sobre nuestra identidad, desde la Psicología de la Liberación, considero que con nombres nuevos o viejos seguimos en la línea de ese proyecto político de Baró del cual hablas, a mi me pareció siempre una apuesta meta en el sentido de liberar a la psicología para luego liberarse con el pueblo, mientras se libera con él. Creo que es rescatable la concepción de revisar los propios supuestos, ideologías cosa que por suerte
estamos haciendo. También debemos pensar como concebimos la identidad al pensarnos. Que características tiene esa categoría identidad que utilizamos. Personalmente mas allá de cualquier nombre que denomine a esta praxis liberadora,(por eso me parece también interesante Alfredo, ese “para” que propones, que es acción ,que es proyecto, quizás la de ,de pertenecía no llega a expresar todo ese hacer que se intenta desde la Psicología de la Liberación) el dialogo con otros saberes, la complejización, la rigurosidad epistemológica, el compromiso ético y vital, el
arriesgarnos a cuestionar practicas y discurso, y el reconocimiento del otro como tal me parece fundamental para cualquier emprendimiento que persiga mundo más dignos, justos y libres para todos.
2/11/2008 Alfredo
Genial! -Me gusta lo que dices Fernanda. Sobre todo por la rigurosidad y apertura mezcladas con que lo dices. Ha salido de mí ese escepticismo creyente cuando mencionas la necesidad de "sumar". Creo en la suma, pero me pregunto si eso
es lo que queremos, ¿sumar? Yo siento que en cada mail que alguien del grupo escribe y en cada mail que me atrevo a enviar, hay una reorganización de mis ideas, un esfuerzo por dejarme impactar con sobresaltos, coincidencias y disidencias que se combinan con la gestación de nuevas formas y ángulos para entender la realidad. Me pregunto si eso que se produce en cada uno de nosotros es por una suma realmente. Más aún, me pregunto si esto de la Psicología para la Liberación o nuestro compromiso militante con la emancipación
pasa fundamentalmente por la psicología para dialogar con la diversidad de otras disciplinas o por entregarnos a los remolinos y espirales del mar de la complejidad sin fronteras disciplinares. Podríamos llegar a decir que hay que hacer que estas expresiones dialoguen y se complementen, pero ¿Qué papel tiene la singularidad del que vive su vida para apropiar su vida? ¿La singularidad depende de una suma, de una adición? Las realidades las podemos hacer dialogar y lo nuevo que se produce ¿Le llamaríamos suma?, ¿Realmente lo es?
Cuando alguien te pregunta ¿Estás enamorado? La presencia o ausencia de aquello en tu vida puede hacerte entrar en caos, destruyes ciertos sentidos, se producen nuevos, ¿Eso es sumar?
Cuando hemos llegado a un consenso ¿Hemos sumado? La suma a veces me suena hermana del acogimiento, y no del derecho concreto a ser iguales, en el sentido de participar de tu vida colectiva e individual. Me parece a veces a esto de la inclusión capitalista, de esos proyectos totalizadores de los que tanto renegamos porque siguen en la misma lógica del fetiche a la mercancía. Claro, la suma en nombre de lo nuevo parece diferente, ¿pero lo nuevo surge de una suma? ¿La suma no niega lo disidente para poder producir un resultado? ¿No es el resultado de la suma lo que pone nombre a lo que está junto con una misma cualidad? ¿Se puede sumar una naranja con un lapicero, una hoja con un árbol, una *subjetividad con una subjetividad*?
Pero más allá del concepto de suma que le podemos dar mil connotaciones más metafóricas, lo que encuentro es esta fascinación por la producción, por lo nuevo a partir de la reunión de las gentes en lucha. Eso me parece lindo, y aunque el concepto de suma me parezca que no da cuenta de todo, la carga subjetiva que carga me parece que va en esa dirección.
Aquí otra cosa que me da temor. Esta fascinación por lo que se produce descuida la génesis y la organización, estamos a veces fascinados por lo que surge del encuentro y nunca nos preguntamos *cómo surgió, mas sí por el qué lo hizo surgir*.Nuestros principios no pueden estar basados en el qué: la suma, sino en el cómo. Me parece pertinente citar a Morín : "Mientras que la repetición es una categoría más general relativa a la RE, la recursión es su categoría más rica. Ella da a la repetición la dimensión no solo editora y multiplicadora, sino sobre todo genésica y formadora" (2). Ahora bien, creo que hay que pensar la tensión mencionada entre lo producido y la genésico sin subsumir una en la otra. El encuentro de iguales no implica una misma subjetividad, sino misma capacidad de ejercer tu singularidad en el
colectivo. ¿Ese encuentro en la igualdad puede ser considerada un momento de suma? Creo que sí, pero siempre y cuando no se intente síntesis o alineamiento de subjetividades, pues automáticamente se mueren. Y se nos viene la pregunta ¿qué representa la suma aquí? Puede ser reunión de subjetividades, singularidades en condición de igualdad.
Esto es muy bello, pero nuevamente me pregunto si la suma es nuestro fin. Me parece importante el cómo se va formado y lo nuevo se va formando sin diluir uno en el otro, me importa dar cuenta de aquella cualidad del proceso que permite el surgimiento de lo revolucionario, liberador. Es todo un reto pensarnos recursivamente cuando hablamos de liberación y cuando pensamos cómo formamos psicólogos de la liberación o para la liberación, o de repente de lo político. Creo que esto último organiza nuestro interés cuando hablamos de la liberación ¿cómo surge, cómo se gesta, cómo se organiza lo político (no la política)? Creo que cuando hablamos de lo político se toca algo del orden del acontecimiento, nos permite hablar
del lugar donde se produce lo político: lo ético, y otras cosas que no nos cierran a la complejidad.
Por otro lado, con el debate abierto por Eduardo y cogiéndome de algunas cositas previas, creo que la psicología para la liberación tiene un carácter ético-político-estético, como núcleo de bucles complejos donde participan otras realidades. No sé si sea justo plantear a la psicología misma como proyecto político, que es distinto a plantearnos un proyecto para la psicología y sus diversos aportes, pero organizado desde lo ético-político y estético.
En esto último mi diferencia con Fernanda, creo que sí hay un centro de interés que acoge a la diversidad producida por la psicología que es de carácter ético-político y estético, no creo que se desperdicie la complejidad desde ese lugar (ambiental, biológica, antropológica, etc.), sino que se articula desde un proyecto de autonomía. Nuevamente el tema de la identidad y la borrosidad nos trae mil ideas más que seguro las seguiremos compartiendo. Ahora sí creo que plantearlo desde el lugar que sugiere Eduardo de psicología política puede limitar la diversidad, que señala Fernanda, se desperdicia.
8/11/2008 -Eduardo
Los debates de los últimos días dan para pensar desde donde y hacia donde pensamos, hacemos y sentimos lo que compartimos; lo cual esta bueno y ayuda a articular diferencias que siempre son buenas si se saben respetar y confrontar con ellas.A veces creo Alfredo, que hay ciertas "certezas" que me asustan, porque casi se convierten en dogmas desde donde
cuestionar, criticar y enfrentar a otros dogmas. Sigo pensando, como alguna vez lo decía en una poesía, que los monumentos aplastan, sean estos de enemigos o amigos. Sinceramente, puedo compartir planteos de Marx y en otros considerar que para nada, que no leo la realidad desde el mismo punto de vista, que le faltaron varias cosas a su teoría, que hay otras que ya no responden a los nuevos contextos socio. Históricos. En otras, Marx me va pero junto con Bakunin, Proudhon, etc.¡¡¡ Herejía!!!! ¿Herejía? No creo que haya que mirar la realidad para ver si coincide o no con lo que dice nuestro "pop star" del pensamiento y la acción, sino que la acción ratifique, rectifique, mejore, contradiga lo que mi "pop star" dice. Digo, me parece que a veces al
pobre Marx, lo han hecho decir demasiadas cosas en tiempos que vaya a saber que diría.
Eso para pensar en las "nuevas cosas", esas que a veces tanto asustan porque contradicen la teoría. Las nuevas cosas que parece que podrían ser pecados frente a las formas instituidas de hacer y pensar. No me la creo, no la acepto esa fantasía de que la apertura a lo nuevo sea señal de "cualquier cosa" o "falta de..." No sé porque me vino a la cabeza aquello del "terrorismo epistemológico" de Feyerabend. ¿Sera que sostengo un "tratado contra el método"? No sé, cosas que me dieron a pensar alguna intervención tuyas. Y, en ese sentido, Psicología de la Liberación, Psicología Política, te diría que para mí son sinónimos: una Psicología Política Latinoamericana que apunta a la liberación de la disciplina, de las sociedades y de los aparatos ideológicos que nos atan en viejas prácticas de resistencia a cambios necesarios. …
9/11/2008 Fernanda
Eduardo …Solo me pregunto si decís que la psicología de la liberación y la psicología política son sinónimos ¿por qué introducir este nuevo nombre? ¿Qué diferencia buscas transmitir con él? …
9/11/2008 Eduardo
Fernanda, de arranque y como para saber de qué hablamos. La idea de la liberación, la praxis de la liberación son un conjunto de actos políticos, una intencionalidad, una postura, un posicionamiento ético y estético. La Psicología de la Liberación deviene en el camino colectivo de acciones y pensamientos que vamos construyendo desde la memoria, la identidad y la reapropiación de nuestros recursos como continente oprimido pero con enormes capacidades de
resistencia y rebelión. Desnaturalizar, "desideologizar", "concientizar" (las comillas son porque tengo ciertos desacuerdos con esos nombres) son actos políticos que apuntan a una transformación donde como decía Baró, se asume una opción por las mayorías oprimidas y contra sistemas opresores; así como se asume una deconstrucción de nuestras propias acciones
opresoras desde relaciones de poder que nos seducen, a pesar de los discursos.
Digo y remarco: *Psicología Política Latinoamericana*, porque tenemos mucho para decir, pensar, hacer, desde nuestro continente, recuperando y reconciliándonos con experiencias antiguas que nos forman pero que tenemos guardadas en el más profundo olvido, si no en una mirada turística y compasiva con "los pobres indios" o con los negros de las llamadas, simpáticos y pintorescos. Hay psicologías políticas del norte que nos hablan -y que aportan- pero nos falta mucha más producción propia, pensar y hacer con nuestras realidades: políticas públicas, asistencialismo, políticas sociales, seguridad, desempleo, emigración, poblaciones desplazadas, emergencias sociales, pobreza, izquierdas-derechas, representatividad, ciudadano, consumo,
mercado, etc.
Todo por hacer y todo por articular con las ganas y compromisos de muchos compas del continente que están en la misma o parecida. De eso hablo. En ese sentido, nuestro grupo tiene mucho para construir y el desafío será encontrar las mejores herramientas para hacerlo, intentando siempre sostener todo lo posible su capacidad instituyente.
¿Coopere en algo para el debate? Si es así, me alegro. Si no y mismo si, espero esto siga y lo vayamos construyendo entre todos y todas. Esa ha sido la intención del grupo desde su inicio. Sin verdades reveladas, sin monumentos, sin un único camino predeterminado por donde andar, sin expertos e ignorantes. Todas todos toditos toditas tenemos algo para decir, hacer. Eso ya es un posicionamiento político. Hacer y aprender entre todos sin iluminados que muestren la
misión y la visión del colectivo.
12 /11/ 2008 Alfredo
…Sobre la Psicología Política, aquí quiero hacer algunas preguntas ¿La intención de una Psicología Política es un proyecto de autonomía para la Psicología? ¿La Psicología Política tendría en la mira la generación de proyectos de autonomía?
Me parece que Ignacio Martín Baró nos hace una invitación antes que nada a ser militantes de *una causa*: La emancipación humana. Cómo esta se aborde desde las distintas corrientes de la psicología importa mucho para sacar respuestas colectivas, la cosa es reunir nuestros esfuerzos para combatir problemáticas comunes centradas en las formas opresión como el fatalismo, conformismo, autocomplacencia, etc. Por eso la Psicología para la Liberación más la
veo como un movimiento político de la psicología, de un proyecto de autonomía que integra lo individual de los distintos posicionamientos teóricos y las confluencias colectivas de asuntos que los consideramos comunes porque atentan contra la dignidad de la humanidad. A su vez esto implica una politización permanente de la psicología por el intercambio de
perspectivas en torno a lo político, y claro una revisión permanente de ella misma.
Si quisiera hablar de la Psicología Política Latinoamérica: ¿No podría hablar, de manera legítima y auténticamente, de una psicología Política latinoamericana histórico-cultural? Es decir ¿ponerle mi sello, el de Juan, el de Pedro? ¿Al movimiento de la psicología de la liberación al que pertenecemos le podríamos poner distintivo de pertenencia a cierto enfoque? ¿La psicología política Latinoamérica desde cada enfoque no sería nuestra manera de traducir lo que en el
movimiento político se produce? Me interesa mucho este debate porque a mí me está generando cierta sensación de complementariedad entre los rótulos que estaban confrontándose anteriormente...
11 /11/2008 Fernanda
…Creo que hay dos niveles que hay que deslindar que nuestras acciones sean actos políticos estoy de acuerdo incluyendo por tanto un posicionamiento político (y aquí se ubicaría cualquier formación) ahora bien creo que el pensar sobre esos posicionamientos políticos (que esto implica un acto político), el poder, la ciudadanía entre otros temas nos ubica en un plano más meta, en un otro nivel, desde el cual si necesitamos una formación especifica como herramienta para pensar esto. Es complejo el pensar esto de la psicología política, me parece que en si misma guarda por lo que han hablado ambos, una posicionamiento político, pero también la generación de un saber acerca de los procesos psíquicos que hacen y producen lo político en la sociedades más en profundidad que la Psicología de la Liberación como ha dicho Eduardo.
Creo necesario la profundización dentro de la Psicología de la Liberación y la producción desde ahí de saberes que nos permitan una mayor compresión de estas realidades que diagraman nuestras vidas y las vidas de nuestras comunidades.
Pienso que una cosa es una psicología que tenga un posicionamiento político, la politización de la psicología y otra la generación de prácticas y saberes que nos permitan entender los procesos de subjetivación, psíquicos que se dan en relación a la realidad política y como estos la generan. Creo que esta psicología política se movería en ambas dimensiones.
12/11/2008 Sirpo
Mal y tarde (parafraseando a Joaquin Sabina) participo de este intercambio de ideas sobre la psicología política latinoamericana y otros temas, pero en fin les mando algunas ideas:
La importancia del nombre: dicen que en la antigua china cuando un emperador asumía su cargo (por derecho o por la fuerza) y quería organizar de manera diferente su imperio, los sabios le aconsejaban que lo primero que tenía que hacer era buscar a alguien que supiera nombrar. Al parecer a diferencia de nuestra cultura occidental que intenta “descubrir” la realidad a través de de la inducción – deducción, las culturas orientales (¿Cada vez menos con la globalización?) organiza la realidad desde un etiquetado, desde un saber nombrar. Desde esta perspectiva
se me ocurre la pregunta de si la propuesta del nuevo nombre es explicada mediante argumentos o es explicada por la necesidad de una nueva organización (una nueva categoría diría Fernanda más útil a los propósitos).
Acuerdos – desacuerdos con Alfredo: En primer lugar coincido con Alfredo en que la psicología de la liberación tiene mucho de meta- psicología con un fuerte énfasis epistemológico. Baró en el intento de liberarse de formas de pensamiento aceptadas tradicionalmente en psicología tuvo que colocarse por fuera de ella para lograr ese objetivo. A primera vista parecería que una psicología política perdería esta característica y seria más restrictiva o concreta en las
dimensiones que abarca. Segunda coincidencia creo que es mejor la expresión psicología para la liberación que psicología de la liberación, porque la primer expresión parece contemplar mejor los aspectos metapsicológicos de los que hable antes junto a un sentido de no finalización que la deja abierta a un proceso y también por el sentido proactivo de su búsqueda de la que hablaba Alfredo. En cambio la segunda expresión tiene un sentido de pertenencia que parecería poder
adjudicarse a una corriente en específico. Por último el hecho de que la expresión sea nueva (que no lo es ya que hay trabajos sobre psicología política, no sé si en la misma línea del moderador) no implicaría que deba descartarse o sea producto del marketing. Si algo nuevo está bien fundamentado o es útil bienvenido sea. La Política y la psicología: si bien parece que Eduardo no está motivado por el marketing para proponer la PPL si debo decir que utilizo una estrategia de marketing: al proponer la PPL (así como al pasar) no dio mucha explicación sobre ella
generando un vacio que hizo pensar y producir en el grupo. Sabemos que política y polis tienen un origen etimológico común. La polis griega fue la forma que los griegos tomaron organizativamente para ejercer el poder y si leemos a Dussel veremos que este filosofo hace una serie de igualdades entre polis, fundamento y ser. Es decir que para Dussel la polis y por tanto su organización política eran la expresión de la racionalidad y el ser (no en el sentido ontológico sino
construido por las circunstancias) del griego, lo que estaba por fuera de la polis era lo bárbaro aquellas racionalidades que escapaban a la rígida lógica aristotélica del principio de igualdad, principio de contradicción y tercero excluido.
También sabemos que Foucault ubica el proceso de subjetivación occidental en el hecho político griego de las asambleas donde la regla indicaba que un hombre libre para gobernar a otros hombres libres debería dominarse primero a sí mismo (¿habrá esto profundizado la lógica de la dominación?). Aristóteles (obviamente como todo griego clásico) llamo al hombre “animal político” tal vez en un intento de articular la polaridad (por el momento no voy a entrar en el
debate entre Fernanda y Alfredo sobre la dialéctica la dialógica y la analectica) animal – cultura en el hombre. Menciono estos autores primero para mostrar que estoy de acuerdo con la importancia de la dimensión política en el psiquismo, y que mi idea de una psicología política es una psicología que busque ir en contra de esa racionalidad (y forma de ser) única instaurada por la costumbre que termina excluyendo a quienes no entren dentro de sus cánones y esto a
mi parecer es una opresión tanto para quienes ejercen el poder (porque están atrapados en la racionalidad que construyeron) como para quienes lo padecen (porque sufren una racionalidad a la que por ser diferentes los excluye).
Ya sé que Eduardo me dirá que el apremio de ambos lados no es lo mismo si pero ¿No debemos liberarnos entre todos? ¿El excluido no le da al exclusor la posibilidad de rever sus fundamentos? Será aquello de lo que escribía Jung cuando decía que debía integrarse (para ambos lados digo yo) ese otro despreciado que es la sombra.
12 /11/2008 Eduardo
Sirpo: Qué bueno que estés de vuelta por aquí y te haya convocado este debate. Seguro que lo importante va surgiendo de cómo vamos pensando y pensándonos en estas producciones colectivas.
Estrategia de marketing, no, estrategia de poner más en juego ideas, sentires y prácticas de esta psicología que nos integra, si. Y creo que nombrar ya es de por si un hecho político que intenta producir otros hechos políticos, de ahí la enunciación de una psicología política latinoamericana.
Siguiendo con los nombres referís que te va mas una Psicología *para *la Liberación, que una Psicología *de *la Liberación. Puede estar interesante ese giro que, seguro, implica muchas cosas. A ese nombre, ¿sabes? le agregaría para *las* liberaciones. No creo que haya una única definitiva. Caminos que se van haciendo, liberaciones múltiples.
Lo de Psicología Política Latinoamericana. No una chacra nueva, no un gajo de nuestra Psicología de la Liberación, que nos integra, articula y desafía. Por el contrario, una profundización de ella, integrando practicas y ganas diversas de nuestro continente con una definición clara: hacemos política con nuestras prácticas profesionales y apostamos a la construcción de otros mundos más justos, dignos e igualitarios; mundos donde el ambiente no sea deteriorado aun mas, mundos donde el trabajo no sea subsistencia mínima o estrés máximo, mundos donde la justicia sea justa, mundos donde haya mercados y no la ley del mercado, mundos donde no haya gente signada y gente que signa, mundos donde no hayan asesinados por pensar o hacer diferente al sistema, mundos.... posibles y
necesarios.
En fin compas, el desafío de liberar ideas, sentires, prácticas, recuperar la memoria de tantas ideas, sentires y prácticas de nuestros pueblos, que no nacieron con la conquista. Aprender a aprender de lo que sabemos y no nos
dejaron saber que sabemos.
¿Qué "es" la Psicología de la liberación?, ¿Qué implica una Psicologia Politica?, ¿Qué son otros mundos posibles y necesarios ?...y tantas otras preguntas que aterrizan estrategias y acciones posibles y necesarias en nuestras practicas actuales y futuras.Algo de eso y mucho mas que seguira en los proximos debates.Por ahi ahora.
05/Material/gkaplun_in...)
2) Morin Edgar 1998-"El Método II La Vida de la Vida" Editorial Cátedra.
Liber-accion
http://www.liber-accion.org/Joomla Potenciado por Joomla! Generado: 5 May, 2009, 12:14
Baró-Hacia una psicología de la liberación.
Hacia una psicología de la liberación
Ignacio Martín-Baró
Departamento de Psicología
Universidad Centroamericana
"José Simeón Cañas" (UCA)
San Salvador, El Salvador
El aporte social de la Psicología en Latinoamérica
Desde la perspectiva de conjunto, hay que reconocer que el aporte de la Psicología, como ciencia y como praxis, a la historia de los pueblos latinoamericanos es extremadamente pobre. No han faltado, ciertamente, psicólogos preocupados por los grandes problemas del subdesarrollo, dependencia y opresión que agobian a nuestros pueblos; pero, a la hora de materializarse, en muchos casos esas preocupaciones se han tenido que canalizar a través de un compromiso político personal al margen de la Psicología, cuyos esquemas resultaninoperantes para responder las necesidades populares.
No me refiero sólo a la Psicología social, cuya crisis de significación ha sido un tema muy aireado en la última década; me refiero a la psicología en su conjunto, la teórica y la aplicada, la individual, la social, la clínica y la educativa. Mi tesis es que el quehacer de la Psicología latinoamericana, salvadas algunas excepciones, no sólo ha mantenido una dependencia servil a la hora de plantearse problemas y de buscar soluciones, sino que ha permanecido al margen de los grandes movimientos e inquietudes de los pueblos latinoamericanos.
Cuando se trata de señalar algún aporte latinoamericano al acervo de la Psicología universal se suelen mencionar, entre otros, la «tecnología social» de Jacobo Varela (1971) o los planteamientos psicoanalíticos de Enrique Pichon-Riviere, en Argentina. Ambos trabajos merecen todo nuestro respeto y no seré yo quien los minimice. Sin embargo, es significativo que la obra de Varela fuera publicada originalmente en inglés y que se inscriba en en la línea de los estudios norteamericanos sobre actitudes, como si para aportar algo universal un latinoamericano tuviera que abdicar de su origen o de su identidad. Respecto a los trabajos de Pichon-Riviere es triste afirmar que todavía son insuficientemente conocidos fuera de
Argentina.
Posiblemente los aportes latinoamericanos de más enjundia e impacto social puedan
encontrarse allá donde la Psicología se ha dado de la mano con otras áreas de las ciencias sociales. El caso más significativo me parece constituirlo, sin duda alguna, el método de la alfabetización conscientizadora de Paulo Freire (1970, 1971), surgido de la fecundación entre educación y psicología, Filosofía y Sociología. El concepto ya consagrado de conscientización articula la dimensión psicológica de la conciencia personal con su dimensión social y política, y pone de manifiesto la dialéctica histórica entre entre el saber y el hacer, el crecimeinto individual y la organización comunitaria, la liberación personal y la transformación social. Pero, sobre todo, la conscientización constituye una respuesta histórica
a la carencia de palabra personal y social, de los pueblos latinoamericanos, no sólo
imposibilitados para leer y escribir el alfabeto, sino sobre todo para leerse a sí mismos y paraescribir su propia historia. Lamentablemente tan significativo como el aporte de Freire resulta la poca importancia que se concede al estudio crítico de su obra, sobre todo si se compara con al esfuerzo y tiempo dedicados en nuestros programas a aportes tan triviales como algunas delas llamadas «teorías del aprendizaje» o a algunos modelos cognoscitivos, hoy tan en boga.
La precariedad del aporte de la Psicología latinoamericana se aprecia mejor cuando se lo compara con el de otras ramas del quehacer intelectual. Así, por ejemplo, la teoría de la dependencia ha sido un esfuerzo original de la Sociología de Latinoamérica por dar razón de ser de la sitación de subdesarrollo de nuestros países sin recurrir a explicaciones derogatorias de la cultura latinoamericana ligadas a la concepcción de la «ética protestante». Es bien conocido, también, el rico aporte de nuestra novelística; para nuestro rubor, no resulta
exagerado afirmar que se aprende bastante más sobre la Psicología de nuestros pueblos leyendo una novela de García Márquez o de Vargas Llosa que nuestros trabajos técnicos sobre el carácter y la personalidad. Y ciertamente, la teología de la liberación ha sido capaz de reflejar y estimular al mismo tiempo las recientes luchas históricas de las masas marginales con mucha más fuerza que nuestros análisis y recetas psicológicas sobre la modernización o el cambio social.
A diferencia de la cultura sajona, la cultura latina tiende a conceder un importante papel a las características de las personas y a las relaciones interpersonales. En un país como El Salvador, el presidente de la República se constituye en el referente inmediato de casi todos los problemas, desde los más grandes hasta los más pequeños, y a él se le atribuye la responsabilidad de resolución, lo que lleva a acudir al presidente lo mismo para reclamarle sobre la guerra que sobre un pleito de vecinos, para estimular la reactivación económica del país que para cancelar un indiscreto prostíbulo situado junto a la escuela (Martín-Baró, 1973).
En este contexto cultural que tiende a personalizar y aun psicologizar todos los procesos, la Psicología tiene un vasto campo de influjo. Y, sin embargo, en vez de contribuir a desmontar ese senido común de nuestras culturas que oculta y justifica intereses dominantes transmutándolos en rasgos de carácter, la Psicología ha abonado ?por acción o por omisión? el psicologismo imperante. Incluso en el caso de la alfabetización conscientizadora de Freire se ha llegado a recuperar para el sistema sus principales categorías despojándolas de su esencial dimensión política y convirtiéndolas en categorías puramente psicológicas. Actualmente con la creciente subjetivización de los enfoques predominates, la Psicología sigue alimentando el psicologismo cultural ofreciéndose como una verdadera « ideología de
recambio» (Deleule, 1972). En nuestro caso, el psicologismo ha servido para fortalecer, directa o indirectamente, las estructuras opresivas al desviar la atención de ellas hacia losfactores individuales y subjetivos.
No se trata aquí de establecer un balance de la Psicología latinoamericana, entre otras cosas porque está todavía por hacer una historia que trascienda la organización más o menos parcial de datos (ver, por ejemplo, Ardila, 1982, 1986; Díaz-Guerrero, 1984; Whitford, 1985). De lo que se trata es de preguntarnos si con el bagaje psicológico que disponemos podemos decir y, sobre todo, hacer algo que contribuya significativa a dar respuesta a los problemas cruciales de nuestros pueblos. Porque en nuestro caso más que en ningún otro tiene validez aquello que de que la preocuapción del científico social no debe cifrarse tanto en explicar el mundo cuanto en transformalo.
La esclavitud de la psicología Latinoamericana
Una de las justificaciones que se puede dar a la pobreza del aporte histórico de la Psicología latinoamericana estriba en su relativa juventud. Como confirmación de este punto de vista se apunta a las propuestas originales que empiezan a surgir un poco por todas parte (Psicología, 1985). El argumento es válido, aunque insuficiente, y se vuelve peligroso si en él nosescudáramos para no revisar las deficiencias que nos han llevado (y, en muchoscasos, nos siguen llevando) a la marginalidad científica y a la inoperancia social.
En mi opinón, la miseria de la Psicología latinoamericana hunde sus raíces en una historia de dependencia colonial que no coincide con la historia de la colonia iberoamericana, sino con el neocolonialismo del «garrote y la zanahoria» que se nos ha impuesto desde hace un siglo. El «garrotazo cultural» que diariamente reciben nuestros pueblos con frecuencia encuentra en la Psicología un instrumento más entre otros para moldear las mentes y un valioso aliado para tranquilizar conciencias al explicar las indudables ventajas de la zanahoria modernista y tecnológica.
Podemos sintetizar en tres las principales causas de la miseria histórica de la Psicología latinoamericana, las tres relacionadas entre sí: su mimetismos cientista, su carencia de una epistemología adecuada y su dogmatismo provinciano. Examinemos por separado cada una de ellas.
Mimetismo cientista
A la Psicología latinoamericana le ha ocurrido algo parecido a lo que le ocurrió a la
psicología nortemaricana a comienzos de siglo: su deseo de adquirir un reconocimiento
científico y un status social les ha hecho dar un serio traspiés. La psicología norteamericana volvió su mirada a las ciencias naturales a fin de adquirir un método y unos conceptos que la consagraran como científica mientras negociaba su aporte a las necesidades del poder establecido a fin de recibir un puesto y un rango sociales. La Psicología latinoamericana lo que hizo fue volver su mirada al big brother, quien ya era respetado científica y socialmente,y a él pidió prestado su bagaje conceptual, metodológico y práctico, a la espera de poder negociar con las instancias sociales de cada país un status social equivalente al adquirido por
los norteamericanos.
Es discutible si la profesión del psicólogo ha logrado ya en los países latinoamericanos el reconocimiento social que buscaba; lo que sí es claro es que la casi totalidad de sus esquemas teóricos y prácticos ha sido importada de los Estados Unidos. Así, los enfoques psicoanalíticos u organicistas que imperaron en un primer momento debido a la dependencia de la Psicología respecto a las escuelas psiquiátricas, sucedió una oleada de conductismo a ultranza e individualismo metodológico. Hoy muchos psicólogos latinoamericanos han descartado el conductismo y se han afiliado a una u otra forma de Psicología cognoscitiva, no tanto por haber sometido a crítica los esquemas psicoanalíticos o conductistas cuanto porque
ése es el enfoque de moda en los centros académicos norteamericanos.
El problema no radica tanto en las virtudes o defectos que pueden tener el conductismo o las teorías cognoscitivas cuanto en el mimetismo que nos lleva a aceptar los sucesivos modelos vigentes en los Estados Unidos, como si el aprendiz se volviera médico al colgarse del cuello el estetoscopio o como si el niño se hiciera adulto por el hecho de ponerse las ropas de papá.
La aceptación acrítica de las teorías y modelos es precisamente la negación de los
fundamentos de la misma ciencia. Y la importación ahistórica de esquemas conduce a la
ideologización de los planteamientos cuyo sentido y validez, como nos lo recuerda la
sociología del conocimiento, remiten a unas cirscunstancias sociales y a unos
cuestionamientos concretos.
Los modelos dominates en la Psicología se fundan en una serie de presupuestos que sólo rara vez se discuten y a los que todavía con menos frecuencia se proponen alternativas.
Mencionaré cinco de esos presupuestos que, en mi opinión, han lastrado las posibilidades de de la Psicología latinoamericana: el positivismo, el individualismo, el hedonismo, la vidiónhomeostática y el ahistoricismo.
El positivismo, como lo indica su nombre, es aquella concepción de la ciencia que consideraque el conocimiento debe limitarse a los datos positivos, a los hechos y a sus relaciones empíricamente verificables, descartando todo lo que pueda ser caracterizado como metafísica.
De ahí que el positivismo subraye el cómo de los fenómenos, pero tienda a dejar de lado el qué, el por qué y el para qué. Esto, obviamente, supone un parcialización de la existenciahumana que le ciega a sus significados más importantes. Nada de extrañar, entonces, que el positivismo se sienta tan a gusto en el laboratorio, donde puede «controlar» todas las variables, y termine reduciéndose al examen de verdaderas trivialidades, que poco o nadadicen de los problemas de cada día.
Con todo, el problema más grave del positivismo radica precisamente en su esencia, es decir, en su ceguera de principio para la negatividad. El no reconocer más de lo dado lleva a ignorar aquello que la realidad existente niega, es decir, aquello que no existe pero que sería históricamente posible, si se dieran otras condiciones. Sin duda, un análisis positivista del campesino salvadoreño puede llevar a la conclusión de que se trata de una persona machista y fatalista, de manera semejante a como el estudio de la inteligencia del negro norteamericano lleva a la conclusión de que su cociente intelectual se encuentra en promedio una desviación típica por debajo del cociente intelectual del blanco. Considerar que la realidad no es más que lo dado, que el campesino salvadoreño es sin más fatalista o el negro menos inteligente,
constituye una ideologización de la realidad que termina consagrando como natural el orden existente. Obviamente, desde una perspectiva así, magro es el horizonte que se nos dibuaja a los latinoamericanos, y pobre el futuro que la Psicología nos pueda ofrecer.
Resulta paradójico que este positivismo se combine, en la investigación psicológica, con un idealismo metodológico. Pues idealista es el esquema que antepone el marco teórico al análisis de la realidad, y que no da más pasos que la exploración de los hechos que aquellos que le indican la fromulación de sus hipótesis. Siendo así que las teorías de las que se suele arrancar han surgido frente a situaciones positivas muy distintas a las nuestras, este idealismo puede terminar no sólo cegándonos a la negatividad de nuestras condiciones humanas, sino incluso a su misma positividad, es decir, a lo que de hecho son.
El segundo presupuesto de la Psicología dominante lo constituye el individualismo, mediante el cual se asume al sujeto último de la Psicología es el individuo como entidad de sentido en sí misma. El problema con el individualismo radica en su insistencia por ver en el individuo lo que a menudo no se encuentra sino en la colectividad, o por remitir a la individualidad lo que sólo se produce en la dialéctica de las relaciones interpersonales. De esta manera el individualismo termina reforzando las estructuras existentes al ignorar la realidad de las
estructuras sociales y reducir los problemas estructurales a problemas personales.
Del hedonismo imperante en Psicología se ha hablado bastante, aunque quizá no se ha
subrayado lo suficiente cuán incrustado está hasta en los modelos más divergentes en su uso. Tan hedonista es el psicoanálisis como el conductismo, la reflexología como la Gestalt. Ahora bien, yo me pregunto si con el hedonismo se puede entender adecuadamente el comportamiento solidario de un grupo de refugiados salvadoreños que, nada más saber del reciente terremoto que devastó el centro de San Salvador, echaron mano de toda su reserva de alimentos y las enviaron a las víctimas de la zona más golpeada. El pretender que detrás de todo comportamiento hay siempre y por principio una búsqueda de placer o satisfacción, ¿no es cegarnos a una forma distinta del ser humano o, por lo menos, a una faceta distinta del ser
humano, pero tan real como la otra? Integrar como presupuesto el hedonismo en nuestro
marco teórico, ¿no es de hecho una concesión al principio de lucro fundante del sistema capitalista y, por lo tanto, una transposición a la naturaleza del ser humano de lo que caracteriza al funcionamiento de un determinado sistema socio-económico? (Martín-Baró,
1983a).
La visión homeostática nos lleva a recelar de todo lo que es cambio y desequilibrio, a valorar como malo todo aquello que representa ruptura, conflicto y crisis. Desde esta perspectiva, más o menos, implícita, resulta difícil que los desequilibrios inherentes a las luchas sociales no sean interpretados como trastornos personales (¿no hablamos de personas desequilibradas?) y los conflictos generados por el rechazo al ordenamiento social no sean considerados patológicos.
El último presupuesto que quiero mencionar de la Psicología dominante es quiza el más
grave: su ahistoricismo. El cientismo dominante nos lleva a considerar que la naturaleza humana es universal, y por lo tanto, que no hay diferencias de fondo entre el estudiante del MIT y el campesino nicaragüense, entre John Smith, de Peoria (Illinois, Estados Unidos), y Leonor González, de Cuisnahuat (El Salvador). Así, aceptamos la escala de necesidades de Maslow como una jerarquía universal o asumimos que el Stanford-Binet apenas tiene que ser adaptado y tipificado para medir la inteligencia de nuestras poblaciones. Sin embargo, una concepción del ser humano que pone su universalidad en su historicidad, es decir, en ser una naturaleza histórica, acepta que tanto las necesidades como la inteligencia son en buena
medida una construcción social y, por lo tanto, que asumir dichos modelos presuntamente transculturales y transhistóricos, elaborados en circunstancias distintas a las nuestras, puede llevarnos a una grave distorsión de lo que en realidad son nuestros pueblos.
Falsos dilemas
La dependencia de la Psicología latinoamericana le ha llevado a debatirse en falsos dilemas. Falsos no tanto porque no representen dilemas teóricos sobre el papel, cuanto porque no responden a los interrogantes de nuestra realidad. Tres dilemas característicos, que todavía en algunas partes levantan ampollas, son: Psicología científica frente a Psicología «con alma»; Psicología humanista frente a Psicología materialista, y Psicología reaccionaria frente a Psicología progresista.
El primer dilema, quizá ya el más superado en los centros académicos, llevaba a ver una oposición entre los planteamientos de la Psicología y una Antropología cristiana. La «Psicología de las ratas» era contrapuesta a una «Psicología con alma», mientras psicólogos y sacerdotes peleaban por un mismo rol frente a los sectores medios o burgueses de la sociedad. Ciertamente, el dogmatismo de muchos clérigos les llevaba a recelar un peligro contra la fe religiosa en la teorías psicológicas y a ver sus explicaciones como una negación de lo trascendente del ser humano. Pero tampoco los psicólogos latinoamericanos, con sus esquemas Made in USA, supieron eludir el dilema, quizá porque les faltaba una adecuada comprensión tanto de sus propios esquemas como sobre todo de lo que suponían los planteamientos religiosos.
Un segundo dilema, más vigente que el anterior, es el que opone una Psicología humanista a una Psicología materialista o deshumanizada. En lo personal, este dilema me desconcierta,porque creo que una teoría o un modelo psicológico serán valiosos o no, tendrán o no tendrán utilidad para el trabajo práctico y, en todo caso, acertarán más o menos, mejor o peor, como teoría o modelos psicológicos. Pero no logro ver en qué respecto Carl R. Rogers sea más humanista que Sigmud Freud o Abraham Maslow más que Henri Wallon. Más bien creo que si Freud logra una mejor compresión del ser humano que Rogers, o Wallon o que Maslow, sus teorías propiciarán un quehacer psicológico más adecuado, y, en consecuencia, harán un
mejor aporte para la humanización de las personas.
El tercer dilema es el de una Psicología reaccionaria frente a una Psicología progresista. El dilema, una vez más, es válido, aunque se suele plantear inadecuadamente. Una Psicología reaccionaria es aquella cuya aplicación lleva al afianzamiento de un orden social injusto; una Psicología progresista es aquella que ayuda a los pueblos a progresar, a encontrar el camino de su realización histórica, personal y colectiva. Ahora bien, una teoría psicológica no es reaccionaria sin más por el hecho de venir de los Estados Unidos, como el que tenga su origen en la Unión Soviética no le convierte automáticamente en progresista o revolucionaria.
Lo que hace reaccionaria o progresista a una teoría no es tanto su lugar de origen cuanto su capacidad para explicar u ocultar la realidad y, sobre todo, para reforzar y transformar el orden social. Lamentablemente existe bastante confusión al respecto, y conozco centros de estudios o profesores que aceptan la reflexología debido a la nacionalidad de Pavlov o a que están más atentos a la ortodoxia política que a la verificación histórica de sus planteamientos.
Estos tres dilemas denotan una falta de independencia para plantear los problemas más
acuciantes de los pueblos latinoamericanos, para utilizar con total libertad aquellas teorías o modelos que la praxis muestre ser más válidos y útiles, o para elaborar nuevos. Tras los dilemas se esconden posturas dogmáticas, más propias de un espíritu de dependencia provinciana que de un compromiso científico por encontrar y sobre todo de hacer la verdad de nuestros pueblos latinoamericanos.
Hacia una psicología de la liberación
Desde las reflexiones anteriores se sigue claramente una conclusión: si queremos que la Psicología realice algún aporte significativo a la historia de nuestros pueblos, si como psicólogos queremos contribuir al desarrollo de los países latinoamericanos, necesitamos replantearnos nuestro bagaje teórico y práctico, pero replanteárnoslo desde la vida de nuestros propios pueblos, desde sus sufrimientos, sus aspiraciones y luchas. Si se me permite formular esta propuesta en términos latinoamericanos, hay que afirmar que si pretendemos que la Psicología contribuya a la liberación de nuestros pueblos, tenemos que elaborar una Psicología de la liberación. Pero elaborar una psicología de la liberación no es una tarea simplemente teórica, sino primero y fundamentalmente práctica. Por eso, si la Psicología latinoamericana quiere lanzarse por el camino de la liberación tiene que romper con su propia
esclavitud. En otras palabras, realizar una Psicología de la liberación exige primero lograr una liberación de la Psicología.
Preguntaba yo recientemente a uno de los más connotados teóricos de la liberación cuáles serían, en su opinión, las tres intuiciones más importantes de esa teología. Sin dudarlo mucho, mi buen amigo señaló los siguientes puntos:
1. La afirmación del objeto de la fe cristiana es un Dios de vida y, por lo tanto, que el cristiano debe asumir como su primordial tarea religiosa promover la vida. Desde esta perspectiva cristiana, lo que se opone a la fe en Dios no es el ateísmo sino la idolatría, es decir la creencia en falsos dioses, dioses que producen muerte. La fe cristiana en un Dios de vida debe buscar, por consiguiente, todas aquellas condiciones históricas que den vida a los pueblos; y en el caso concreto de los pueblos latinoamericanos, esta búsqueda de la vida exige un primer paso de liberación de las estructuras ?sociales, primero; personales, después? que mantienen una situación de pecado, es decir, de opresión mortal de las mayorías.
2. La verdad práctica tiene primacía sobre la verdad teorétical, la ortopraxis sobre la ortodoxia. Para la teología de la liberación, más que importante que las afirmaciones son las acciones, y más expresivo de la fe es el hacer que el decir. Por lo tanto, la verdad de la fe mostrarse en realizaciones históricas que evidencien y hagan creíble la existencia de un Dios de vida. En este contexto adquieren toda su significación las necesarias mediaciones que hacen posible la liberación histórica de los pueblos de las estructuras que los oprimen e impiden su vida y su desarrollo humano.
3. La fe cristiana llama a realizar una opción preferencial por los pobres. La teología de la liberación afirma que a Dios hay que buscarlo entre los pobres y marginados, y con ellos y desde ellos vivir la vida de fe. La razón para esta opción es múltiple. En primer lugar, porque ésa fue, en concreto, la opción de Jesús. En segundo lugar, porque los pobres constituyen la mayoría de nuestros pueblos. Pero en tercer lugar porque los pobres ofrecen condiciones objetivas y subjetivas de apertura al otro y, sobre todo, al radicalmente otro. La opción por los pobres no se opone al universalismo salvífico, pero reconoce que la comunidad de los pobres es el lugar teolólogico por excelencia desde el cual realizar la tarea salvadora, la construcción del reino de Dios.
Desde la insoiración de la teología de la liberación podemos podemos proponer tres
elementos esenciales para la construcción de una Psicología de la liberación de los puebloslatinoamericanos: un nuevo horizonte, una nueva epistemología y una nueva praxis.
Un nuevo horizonte
La psicología latinoamericana debe descentrar su atención de sí misma, despreocuparse de su status científico y social y proponerse un servicio eficaz alas necesidades de las mayorías populares. Son los problemas reales de los propios pueblos, no los problemas que preocupan otras latitudes, los que deben constituir el objeto primordial de su trabajo. Y, hoy por hoy, el problema más importante que confrontan las grandes mayorías latinoamericanas es su situación de miseria opresiva, su condición de dependencia marginante que les impone una existencia inhumana y les arrebata la capacidad para definir su vida. Por tanto, si la necesidad objetiva más perentoria de las mayoría latinoamericanas la constituye su liberación histórica de unas estructuras sociales que les mantienen oprimidas, hacia esa área debe enfocar supreocupación y su esfuerzo la Psicología.
La psicología ha estado siempre clara sobre la necesidad de liberación personal, es decir, la exigencia de que las personas adquieran control sobre su propia existencia y sean capaces de orientar su vida hacia aquellos objetivos que se propongan como valiosos, sin que mecanismos inconscientes o experiencias conscientes les impidan el logro de sus metas existenciales y de su felicidad personal. Sin embargo, la Psicología ha estado por lo general muy poco clara de la íntima relación entre desalienación personal y desalienación social, entre control individual y poder colectivo, entre liberación de cada persona y la liberación de todo un pueblo. Más aún, con frecuencia la Psicología ha contribuido a obscurecer la relación
entre enajenación personal y opresión social, como si la patología de las personas fuera algo ajeno a la historia y a la sociedad o como si el sentido de los trastornos comportamentales se agotara en el plano individual (Martín-Baró, 1984).
La Psicología debe trabajar por la liberación de los pueblos latioinamericanos, un proceso que, como mostró la alfabetización conscientizadora de Paulo Freire, entraña una ruptura con las cadenas de la opresión personal como de las cadenas de la opresión social. La recientehistoria del pueblo salvadoreño prueba que la superación de su fatalismo existencial, eso que púdica o ideológicamente algunos psicólogos deciden llamar «control externo» o «desesperanza aprendida», como si fuera un problema de orden puramente intraindividual, involucra una confrontación directa con las fuerzas estructurales que les mantienen oprimidos, privados de control sobre su existencia y forzados a prender la sumisión y a no esperar nada de la vida.
Una nueva epistemología
El objetivo de servir a la necesidad de liberación de los pueblos latinoamericanos exige una nueva forma de buscar el conocimiento: la verdad de los pueblos latinoamericanos no está en su presente de opresión, sino en su mañana de libertad; la verdad de las mayorías populares no hay que encontrarla sino hay que hacerla. Ello supone, por lo menos, dos aspectos: una nueva perspectiva y una nueva praxis.
La nueva perspectiva tiene que ser desde abajo, desde las propias mayorías populares
oprimidas. ¿Nos hemos preguntado alguna vez seriamente cómo se ven los procesos psicosociales desde la vertiente del dominado en lugar de verlos desde la vertiente del dominador? ¿Hemos intentado plantear la Psicología educativa desde el analfabeto, la Psicología laboral desde el desempleado, la Psicología clínica desde el marginado? ¿Cómo se verá la salud mental desde el colono de una hacienda, la madurez personal desde el habitante del tugurio, la motivación desde la señora de los mercados? Observen que se dice «desde» el analfabeto y el desempleado, el colono y la señora de los mercados, no «para» ellos. No se trata de que nostros pensemos por ellos, de que les transmitamos nuestros esquemas o de que les resolvamos sus problemas; se trata de que pensemos y teoricemos con ellos y desde ellos.
También aquí acertó la intuición pionera de Paulo Freire, quien planteó la pedagogía «del» oprimido y no «para» el oprimido; era la misma persona, la misma comunidad la que debía constituirse en sujeto de su propia alfabetización conscientizadora, la que debía aprender en diálogo comunitario con el educador a leer su realidad y a escribir su palabra histórica. Y así como la teología de la liberación ha subrayado que sólo desde el pobre es posible encontrar al Dios de la vida anunciado por Jesús, una Psicología de la liberación tiene que aprender que sólo desde el mismo pueblo oprimido será posible descubrir y construir la verdad existencial de los pueblos latinoamericanos.
Asumir una nueva perspectiva no supone, obviamente, echar por la borda todos nuestros
conocimientos; lo que supone es su relativización y revisión crítica desde la perspectiva de las mayorías populares. Sólo desde ahí las teorías y modelos mostrarán su validez o su deficiencia, su utilidad o su inutilidad, su universalidad o su provincialismo; sólo desde ahí las técnicas aprendidas mostrarán sus potencialidades liberadoras o sus semillas de
sometimiento.
Una nueva praxis
Todo conocimiento humano está condicionado por los límites impuestos por la propia
realidad. Bajo muchos respectos la realidad es opaca, y sólo actuando sobre ella, sólo transformándola, le es posible al ser humano adquirir noticias de ella. Lo que veamos y cómo lo vemos está ciertamente condicionado por nuestra perspectiva, por el lugar desde el que nos asomamos a la historia; pero está condicionado también por la propia realidad. De ahí que para adquirir un nuevo conocimiento psicológico no baste con ubicarnos en la perspectiva del pueblo, es necesario involucrarnos en una nueva praxis, una actividad transformadora de la realidad que nos permita conocerla no sólo en lo que es, sino en lo que no es, y en ello en la medida intentamos orientarla hacia lo que debe ser. Como dice Fals Borda (1985, p. 130)
hablando de la investigación participativa, sólo al participar se produce «el rompimiento voluntario y vivencial de la relación asimétrica de sumisión y dependencia, implícita en el binomio sujeto/objeto».
Por lo general, el psicólogo ha intentado insertarse en los procesos sociales desde las instancias de control. La pretendida asepsia científica ha sido, en la práctica, un aceptar la perspectiva de quien tiene el poder y un actuar desde quien domina. Como psicólogos escolares hemos trabajado desde la dirección de la escuela, y no desde la comunidad; como psicólogos del trabajo hemos seleccionado o entrenado al personal según las exigencias del propietario o del gerente, no desde los propios trabajadores o de sus sindicatos; incluso como psicólogos comunitarios hemos llegado con frecuencia a las comunidades montados en el carro de nuestros esquemas y proyectos, de nuestro saber y nuestro dinero. No es fácil definir cómo insertarnos en los procesos desde el dominado y no desde el dominador. No es fácil
incluso dejar nuestro papel de superioridad profesional o tecnócrata y trabajar mano a mano con los grupos populares. Pero si no nos embarcamos en ese nuevo tipo de praxis, que además de transformar la realidad nos transforme a nosotros mismos, difícilmente lograremos desarrollar una Psicología latinoamericana que contribuya a la liberación de nuestros pueblos.
El problema de una nueva praxis plantea el problema del poder y, por lo tanto, el problema de la politización de la Psicología. Este es un tema para muchos escabroso, pero no por ello menos importante. Ciertamente, asumir una perspectiva, involucrarse en una praxis popular, es tomar partido. Se presupone que al tomar partido se abdica de la objetividad científica, confundiendo de este modo la parcialidad con la obejtividad. El que un conocimiento sea parcial no quiere decir que sea subjetivo; la parcialidad puede ser consecuencia de unos
intereses, más o menos conscientes, pero puede ser también de una opción ética. Y mientras todos estemos condicionados por nuestros intereses de clase que parcializan nuestro conocimiento, no todos realizan una opción ética consciente que asuma una parcialización coherente con los propios valores. Frente a la tortura o el asesinato, por ejemplo, hay que tomar partido, lo cual no quiere decir que no se pueda lograr la objetividad en la comprensión del acto criminal y de su autor, torturador o asesino. De no ser así, fácilmente condenaremos como asesinato la muerte causada por el guerrillero, pero condonaremos y aun exaltaremos como acto de heroísmo la muerte producida por el soldado o el policía. Por ello, coincido con Fals Borda (1985) quien mantiene que el conocimiento práxico que se adquiere mediante la investigación participativa debe encaminarse hacia el logro de un poder popular, un poder que permita a los pueblos volverse protagonistas de su propia historia y realizar aquellos cambios que hagan a las sociedades latinoamericanas más justas y humanas.
Tres tareas urgentes
Son muchas las tareas que se le presentan a la Psicología latinoamericana de la liberación, tanto teóricas como prácticas. Presento tres que me parecen de una especial importancia y urgencia: la recuperación de la memoria histórica, la desideologización del sentido común y de la experiencia cotidiana, y la potenciación de las virtudes populares.
En primer lugar, la recuperación de la memoria histórica. La difícil lucha por lograr la satisfacción cotidiana de las necesidades básicas fuerza a las mayorías populares a permanecer en un permanente presente psicológico, en un aquí y ahora sin un antes ni después; más aún, el discurso dominante estructura una realidad aparentemente natural y ahistórica, que lleva a aceptarla sin más. Es imposible, así, sacar lecciones de la experiencia y, lo que es más importante, encontrar las raíces de la propia identidad, tanto para interpretar el sentido de lo que actualmente se es como para vislumbrar posibilidades alternativas sobre
lo que se puede ser. La imagen predominante negativa que el latinoamericano medio tiene de sí mismo respecto a otros pueblos (Montero, 1984) denota la interiorización de la opresión en el propio espíritu, semillero propicio al fatalismo conformista, tan conveniente para el orden establecido.
Recuperar la memoria histórica significará «descubrir selectivamente, mediante la memoria colectiva, elementos del pasado que fueron eficaces para defender los intereses de las clases explotadas y que vuelven otra vez a ser útiles para los objetivos de lucha y conscientización»
(Fals Borda, 1985, p. 139). Se trata de recuperar no sólo el sentido de la propia identidad, no sólo el orgullo de pertencer a un pueblo así como de contar con una tradición y una cultura, sino, sobre todo, de rescatar aquellos aspectos que sirvieron ayer y que servirán hoy para la liberación. Por eso, la recuperación de una memoria histórica va asuponer la reconstrucción de unos modelos de identificación que, en lugar de encadenar y enajenar a los pueblos, les habra el horizonte hacia su liberación y realización.
Es preciso, en segundo lugar, contribuir a desideologizar la experiencia cotidiana. Sabemos que el conocimiento es una construcción social. Nuestros países viven sometidos a la mentira de un discurso dominante que niega, ignora o disfraza aspectos esenciales de la realidad. El mismo «garrotazo cultural» que día tras día se propina a nuestros pueblos a través de los medios de comunicación masiva constituye un marco de referencia en el que difícilmente pueda encontrar adecuada formalización la experiencia cotidiana de la mayoría de las personas, sobre todo, de los sectores populares. Se va conformando así un ficticio sentido
común, engañoso y alienador, pábulo para el mantenimiento de las estructuras de explotación y las actitudes de conformismo. Desideologizar significa rescatar la experiencia original de los grupos y personas y devolvérsela como dato objetivo, lo que permitirá formalizar la conciencia de su propia realidad verificando la validez del conocimiento adquirido (Martín- Baró, 1985a, 1985b). Esta desideologización debe realizarse, en lo posible, en un proceso de participación crítica en la vida de los sectores populares, lo que representa una cierta ruptura con las formas predominantes de investigación y análisis.
Finalmente, debemos trabajar por potenciar las virtudes de nuestros pueblos. Por no referirme más que a mi propio pueblo, el pueblo de El Salvador, la historia contemporánea ratifica día tras día su insobornable solidaridad en el sufrimiento, su capacidad de entrega y de sacrificio por el bien colectivo, su tremenda fe en la capacidad humana de transformar el mundo, su esperanza en un mañana que violentamente se les sigue negando. Estas virtudes están vivas en las tradiciones populares, en la religiosidad popular, en aquellas estructuras sociales que
han permitido al pueblo salvadoreño sobrevivir históricamente en condiciones de inhumana opresión y represión, y que le permiten hoy en día mantener viva la fe en su destino y la esperanza en su futuro a pesar de la pavorosa guerra civil que ya se prolonga por más de seis años.
Monseñor Romero, el asesinado arzobispo de San Salvador, dijo en una oportunidad
refiriéndose a las virtudes del pueblos salvadoreño: «Con este pueblo, no es difícil ser buen pastor». ¿Cómo es posible que nosotros, psicólogos latinoamericanos, no hayamos sido capaces de descubrir todo ese rico potencial de virtudes de nuestros pueblos y que, consciente o inconscientemente, volvamos nuestros ojos a otros países y a otras culturas a la hora de definir obejtivos e ideales?
Hay una gran tarea por delante si pretendemos que la Psicología latinoamericana realice un aporte significativo a la Psicología universal y, sobre todo, a la historia de nuestros pueblos.
A la luz de la situación actual de opresión y fe, de represión y solidaridad, de fatalismo y de luchas que caracterizana nuestros pueblos, esa tarea debe ser la de una Psicología de la liberación. Pero una Psicología de la liberación requiere una liberación previa de la Psicología, y esa liberación sólo llega de la mano con una praxis comprometida con los sufrimientos y esperanzas de los pueblos latinoamericanos.
Referencias
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